Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














lunes, 7 de noviembre de 2011

Phu Quoc - Ha Tien. Vietnam. 29 km.

Con cuanta tristeza, abandonamos Rocinante y yo "nuestra" querida isla. Ya le habíamos cogido el gusto y nos encontrábamos como en casa, salvando las distancias. Las distancias de los seres queridos.
Y, para colmo, esta mañana jarreaba de lo lindo. Rocinante y yo tuvimos una conversación sobre este hecho. El, abogaba por quedarse, seguir excursioneando por las montañas, total, decía él, apenas hemos visto una miajita. Que si un caminito por aquí, otro por allá. Además, con la lluvía podía pegar un patinazo y romperse una pata y, de añadidura, tenía la cadena muy sucia y no podía casi andar (mentira, estaba níquel. La limpié yo y apenas la hemos usado).
Tuve que prometerle, inmensos bosques y montañas, nuevas rutas, caminos desconocidos llenos de aventuras, aceite para la cadena y llevar sumo cuidado, para no resbalar. Y aún así, me costo trabajo ponerle de camino.
Salimos con gran fortuna, sin lluvia ni huracanes, cargados hasta los topes y despidiéndonos con lágrimas en los ojos de nuestros caseros y sin fotos. Las emociones no daban para ellas. Además, aquí, la costumbre de darse las manos, no está tan extendida y, como la palabra no la puedo usar, sólo me quedaban miradas de cordero. Eso sí, habían llegado dos parejas de españoles, unos, y gaditana y alemán, la otra. Con ellos sí pude parlamentar y despedirme con palabras. Me sentó de maravilla, hablar y hablar, cotorrear. Muchos saludos, gaditana, alemán y mallorquines!!!.
Con empeño, como todas las mañanas, me enfrenté a mi cuesta de salida. Pero hoy íbamos cargados hasta las trancas y no era lo mismo. El asfalto mojado se pegaba a las ruedas como pegamento y una cuerda parece que tiraba para atrás de nosotros. Caramba!. Estamos apañados!. Y que va a ser de nosotros cuando lleguen las grandes cuestas que, queramos o no, vamos a tener. Ay, madrecita del alma, quiero espinacas!.
Coronamos porque no había más remedio y el orgullo se impuso. Coronamos,, incluso con ciertos brios, con la lengua fuera, los mofletes colorados y la frente sudorosa, pero coronamos y chillamos de alegría, porque era la primera y estaba vencida.
En la cuesta abajo, ya no iba tan deprisa y sobrado como el otro día contaba, pero las rodillas subían y bajaban, con cadencia, con la intermitencia de las pedaladas y recobramos la sonrisa, y el ritmo y las fuerzas. Y en un pedal, pedal, llegamos a puerto, dándole lo que podía darle, no más, que las galladas se pagan.
La comida de despedida en el restaurante de manteles y sillas vestidas, paso por taquilla y al barco.
Hoy no pude ver cómo preparaban a Rocinante porque me metieron a mi primero. La travesía fue más bien tranquila, con algunas olas en algún momento y pasando por varias islas cerca de Ha Tien.
Cuando llego a los sitios, me cuesta orientarme pero, hoy, que llegamos con tiempo suficiente, pude disfrutar de perderme alegremente, dar vueltas y vueltas, hasta encontrarme y encontrar un hotel estupendo, cama grande, tv, aire, baño y ventana y dicen que con desayuno, jajajaja, ya veremos. Y por sólo 6 $. Genial.
Así que, después de dejar el equipaje, mandar unos correillos rápidos y darme una ducha más rápida aún, salí de excursión bicicletera otra vez.
Me ha gustado lo que he visto y no sería raro que me quede aquí mañana también, viéndolo de día y tranquilidad y decidiendo si voy a Camboya o no, joé, que lo de los templos de Angkor me tiene a mal traer. Los españoles de la Isla, me han dicho que tengo que ir, que estando tan cerca es de locos dejarlo. No sé. Igual, si voy, sería del tirón, sin demasiados enrolles colaterales pero, claro, ponle a Rocinante una zanahoria delante.
Una pequeña anécdota. Cuando estaba sacando el billete del barco, con una pared de por medio, a media altura, me han querido birlar una de las luces de destellos que llevo en las botellas de la suspensión pero, jajaja, el sistema de seguridad de dicha luz, que lleva además del velcro, una goma bien tensada, se lo ha impedido. Además han tocado las palancas del cambio, pero a eso ya estoy acostumbrado. Cada vez que paro, y se acerca alguien, zás, dedo a las palancas, pero no me extraña. Es que yo también lo haría, son tan llamativas. Y encima, cuando las das, hacen, clac, clac, clac.
Lo único es que, cuando me monto, la cadena está hecha un lío saltando de piñón en piñón.

Desde una ventanilla del barco rápido

La azafata dando toallas y una minibotella de agua

El estupendo hotel en el que estoy alojado

Gallinas a la venta, mientras sus vendedoras cena.

El fruto que mañana me voy a desayunar

Sacando la pulpa a un coco


Pareja de vendedores descansando

El que suscribe y un monumento detrás 

Preciosa y huidiza niña en conjunto escultórico



El Sr. empresario de los plátanos. Potasio puro

Gallo del país

Embarcaciones con gran astillero al fondo. No parece que la crisis afecte

Poblado rural

Capillita que hay en todas las casas y, a veces, en medio de la nada

Puesto nocturno

Maravillosa cena. Tazón de sopa y ese plato. Rico, rico. 1,7 $.

En realidad quería hacerles una foto a ellas, que se escondían detrás de mi para que no las fotografiara

2 comentarios:

  1. ¿Quien te quita a ti la sonrisa? jajajaja... Es maravilloso comprobar ese animo...

    Y a Rocinante muchas zanahorias y alguna varita de retama, para que no se nos despiste....

    Preciosas fotos de verdad, preciosas fotos...

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