Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














domingo, 20 de noviembre de 2011

Skun-Kampong Thom+excursión a Phnum Santuk. 105 km.!!!

Estoy agotado y las piernas no son mías. De hecho, ahora mismo están dando saltos ellas solas por la habitación. Vamos, más que saltos, dan pedaladas. Ellas solitas. Y no pueden parar. No me pasa a mi lo mismo, que estoy para el arrastre.
Mañana seguiré, lo prometo, desde la cama de mis anhelos, la que después de acabar una jornada como la de hoy, me recibe con tanto cariño y entrega. Es muy receptiva, acogedora y blandita. Me duermo, me duermo..., voy derecho al olimpo de los sueños. Zzzzzzzzzzzzz.

He dormido como un lirón. Y estoy muy cansado todavía. Además, me ha pillado una alteración intestinal. Mucho tiempo he pasado sin que me ocurriera. Quizás el culpable he sido yo por tenerlo en la cabeza todos los días, jajaja. Ayer, quizás abuse de comer en puestos demasiado rústicos y tomar bebidas con hielo, mucho hielo que, quizás aunque, en la guía dicen, que no hay que preocuparse por el hielo, porque procede de plantas de agua depurada, es posible que, en algún caso, no sea así.
Parece que la alteración no es grave pero debo de cuidarme para que no vaya a más. Creo que hoy me voy a quedar en la ciudad, sin salir ni hacer excursiones, descansando el cuerpo y las piernas.
Ayer salí muy temprano, con la idea en la cabeza de hacer los 91 km., a Kampong Thom. Ya, de entrada, el cuerpo no era el mismo del día anterior ni tenía las mismas fuerzas. Pero echando cuentas de las horas que tenía por delante me dije que, con calma, podría hacerlo. Pronto empezaron las paradas, porque desde la carretera vi una serie de telarañas gigantes, con una sombra oscura, en el centro. Pensando que, eso oscuro no podían ser arañas (no veo con mucho detalle sin gafas), por el tamaño, paré para comprobarlo. Y vaya si lo eran. La de la foto, que estaba construyendo su tela, medía, entre patas, por lo menos, 10-12 cm. Tenía miedo de que me saltara encima y me comiera, mientras le hacía la foto, jajaja.
Ya entonces empezaron los jelos y la mañana era más calurosa que ayer. La carretera, aún no siendo mala, excepto en trozos muy desconchados e incluso totalmente desconchados, tenía la unión con la tierra muy irregular, con grandes bordes de cierta altura y de corte muy irregular.
En uno de éstos, cuando me quería adelantar un autocar con un coche de frente, que a su vez adelantaba a una moto, pitaba y pitaba, con esas bocinazas que parecen querer desintegrarte. Supuse, e hice bien, que debía de apartarme si quería salvar el pellejo, porque pitaba y pitaba. Al salirme de la carretera, di un llantazo contra un alto, mordido  y sesgado borde del asfalto y... reventón de la rueda trasera.
Desmonta todo, abre una de las alforjas, vaciala, saca cámara (y van dos, en nada de tiempo), y a cambiarla. Lo hice en una sombra de una casa que tenía, contiguamente, una escuela en un chamizo. Todos los alumnos y la profe, que hablaba inglés como una auténtica profesora deslumbrando a sus alumnos ante el guiri, se unieron a los niños, muchos, que también se agolparon a mi alrededor.
Cada vez que sacaba una de las muchas cosas que llevo en la alforja para vivaquear, saco, mosquitero, sabana-saco, etc, risas y más risas. Y la profe que no paraba de preguntarme y yo, todo concentrado en lo mío. Guante de plástico que no se quien me dio en España para no mancharme del aceite de la cadena, desmontables naranjitos de plástico, cámara en caja de cartón lujuriosa, bici patas arriba... En fín, un espectáculo que no olvidaran en tiempos. Y luego a inflarla, con la minibomba, que también dio que hablar.
Cuando hube terminado, le regalé a uno de los espectadores la pata de cabra comprada en Phnom Penh. Era una castaña, jajaja, y se atascaba constantemente. O no podía ponerla o no podía quitarla y, al final, ambas cosas. Fuera. Menos peso y menos averías.
Con Rocinante otra vez en estado de marcha, avanti toda. Llevaba 25 km. Pocos para las necesidades del día, me dije, así que "poquitas paradas, camarada".
A los 50, más o menos, templo con gran Buda dorado. Foto, foto, foto, resonaba en mi cabeza. Me la hice y a continuar. El culo me dolía una jartá y los hombros empezaban a recalentarse. Y me quedaba el doble. Uuuy, uuuy, repetí, como si fuera un mantra. Esto se va a poner difícil. Pero soy inasequible al desaliento. Levantando el culo cambiando de posición, girando los brazos en el aire, gozando de los exteriores que me rodeaban y, haciendo de tripas, corazón, sin mirar el relojito, para no agobiarme, llegué hasta otro Templo muy colorista, naif. Tenía que verlo. Irremediable y, además descansar un poco. Incluso tenía pensado tumbarme en sus frescos suelos, como el interior, para recuperar la temperatura y dejar de ser un asado. Pero el suelo estaba lleno de cagarrutas de pájaro. Hacía viento lateral y le dije a Buda: Tronco, Buda, enrollate y que se calme, por favor. Te publicaré las fotos para que te salgan adeptos, te lo prometo. Y a ti no te cuesta nada.
En las noticias de la noche, hablaron de un fenómeno desconocido. En la provincia de Kampong Thom, inesperadamente, el viento, sin causas conocidas y haciendo caso omiso a las diferencias de presión, había amainado. Pero yo, sí que sé porque ocurrió, jajajaja.
El sol había tomado el camino del descenso en el horizonte y aún me faltan 20 km., cuando vi una señal, grande, en inglés, que decía Phnum Santuk, 2.000 m. Recordaba, porque lo había visto en la guía, que antes de llegar a Kampong Thom, había algo interesante que ver. No lo llevaba apuntado, pero tenía que ser esto.
Iba muy flojo de fuerzas, pero mucho. Por otro lado, 21km de ida y otros tantos de vuelta, si lo dejaba para el día siguiente, eran demasiados y, casi, gratuitos, ya que estaba en la puerta. Y sólo eran 2000 m. Me interné en la carretera. Ni dos mil, ni cuatro mil. Casi cinco mil. Pero eso no era lo peor. Lo peor, era la cuesta que precedía al Templo. Un kilómetro de carretera con pendientes del ???. Sólo digo, para que os hagáis una idea, que con el freno delantero de la bicicleta, bloqueado, caía para atrás derrapando la rueda.
Volviendo al camino de llegada, cuando llegué a los 2000 m., lo que había era una barrera con taquilla que pedían 2$ por la entrada.
¿En bicicleta, con 80 km en mis piernas y pagar 2$ por entrar?. Nooooooooo. Ni hablar del peluquín, dije entre risas. Risas por aquí y más risas por allá, me dejaron entrar por la cara. Cantando de alegría, por mi buena suerte, llegué a un Templo que está justo antes de la montaña. Las indicaciones aquí son escasas, muy escasas y no sabía si este era el Templo que venía a ver, hasta que un monje me dijo, con la mano, que no, que subiera para arriba. Aproveché para descansar y hacer unas fotillos, y al poco, al salir del Templo, un motorista me dice que deje a Rocinante y que me sube en la moto. Já, le digo. Después de haber entrado por la cara, no voy a pagarte a tí, ahora que estoy al lado. Se echa a reír y empiezo a subir. Plato chico, piñón gordo. Y a centrifugar piernas. El de la moto, me escolta y yo, con brios mentales recuperados, subo y subo hasta que, tras una curva, una cuesta imposible se me aparece. Desmonto resoplando y con la lengua por la tripa.
El de la moto, me dice que deje la bici. Y yo le respondo que Rocinante y mi menda, suben sí o sí. Por Buda. Empujando como un condenado remonto hasta otra curva, donde la pendiente se recupera un poco. Vuelvo a subirme a Rocinante y, haciendo eses, de lado a lado de la carretera, para asombro del motorista, voy remontando poco a poco. Llega otra cuesta imposible. Mis pulmones no dan más de sí. Me gotea sudor hasta de los brazos. De nuevo toca empujar y la lengua me llega a los pies, lo que dificulta el avance.
A trozos, como de 10 o 15 metros, parando cada poco, sigo subiendo.
El de la moto me dice con la palma de la mano, que si ahora la pendiente es así, luego es más así, todavía. Pienso que me quiere camelar, pero después del esfuerzo realizado, no voy a rendirme. Tiene toda la razón.
No se que hacer. El me ha dicho que se iba para arriba para no quemar el embrague y me planteo abandonar. Le pido a Buda, ya era la segunda petición en el día, que no más cuestas. Pero no me hace ni caso, quizás por no cambiar la orografía del monte donde el mismo disfruta de buenas vistas.
Cerca del final, cuando de nuevo pedaleaba, me adelantan dos motos, que me hacen signos de felicitación por mi esfuerzo. Apenas les veo. Tengo la vista nublada, la lengua enredada en los radios de la rueda trasera y las piernas dormidas. Con el ultimo tramo, no puedo. Pero Buda, ah grande entre los grandes, no se ha olvidado de mí y me envía a un muchacho que nos empuja, a Rocinante y a mi, hasta la cima.
Victoria, digo entre susurros. Poco a poco, la lengua va entrando en mi boca y desaparece la niebla de mis ojos. Estoy feliz. Veo muchas esculturas de Buda talladas en la piedra, de gran tamaño, pero el sol, está cada vez mas abajo y aún tengo que llegar.
Me tiro por las cuestas con un placer indescriptible, despacito, para no fundir los discos y, sin resuello, llego a Kampong Thom. Al entrar, un puesto de comida. No puedo esperar y dejarlo para después. Cuando pise la habitación, no respondo de mí.
Super araña

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La paja del arroz

La maestra de donde pinché y sus alumnos




Lo que hay en la bandeja de madera, son caracolillos que comen como pipas


Secado del grano del arroz, en las carreteras


Figurillas que hay en todos los colegios, en el centro de los  patios





Templo Colorista


Anucios del gobierno para cuidar la naturaleza




Phnum Santuk. Esta y las siguientes










Los amigos que me permitieron la entrada gratis. Gracias




Mi salvador en la superación del último tramo y, además, mi guía en el Templo. Muchas Gracias!!!. Todo ello de manera desinteresada, dándome incluso dinero para que lo entregara a los monjes.

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