Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














domingo, 27 de noviembre de 2011

Siem Reap-Angkor. 29 km.









La octava maravilla del mundo es una maravilla. A las cuatro y media de la mañana, me levanté, por aquello de estar allí para la salida del sol que, parece ser, es muy bonita en ese sitio (Angkor Wat). Salímos Rocinante y yo, con nuestras mejores galas, en la noche. Como boca de lobo, pero sin tráfico, prácticamente, y después de preguntar a dos paisanos que, dormidos como troncos, me mandaron en direcciones opuestas, me detuve a esperar a los tuctuc de los turistas, dispuestos a seguirlos. Efectivamente, pasó uno y comenzé a seguirlo y pronto, los tuctuc, eran caravana. Iba por el buen camino.
Un poco más adelante, en una parada que hice para encender el piloto trasero, pasaron dos ciclistas a todo trapo. Me enganché a ellos aprovechando el rebufo y llevado en volandas, en poco tiempo estábamos allí. Llegue totalmente de noche y, la emoción, la oscuridad y tal, hicieron que me pusiera en la ventanilla de los tres días en lugar de la de uno, mi deseo, cuyo precio era el doble, es decir 40$. 
Cuando de un billete de 50, me devolvieron 10, reclamé los 20 que me faltaban. Se negaron y protesté. Tan sólo pedía que anularan la entrada de tres días y me dieran y cobraran la de uno. 
Como no me lo creía y lloraba y lloraba, vino otra persona, que de manera educada pero terminante, me dijo que estaba en la ventanilla de los tres días y que me largara. No me resigné y llamaron a otro pollo que, con una cara de muy pocos a amigos y repitiendo que me había puesto en la ventanilla puñetera y que me fuera a hacer gárgaras, me amenazó con llamar a la policía. A las cinco de la mañana, de noche, sin saber inglés y tal, lo único que no quería es ver amanecer en comisaría. Además me acordé de la discusión de Miguel en India, así que cerré el pico, plegué alas y deciéndome que soldado que huye, puente de plata, me dirigí a ver los, en ese momento, dichosos monumentos y la salida del sol, que en "ese momento, me importaba un pimiento".
Y así comenzó el día, con una salida de lo más sosa que ni siquiera fotografié y con miles de japoneses llenando todo. Fue un día muy pedregoso, jajajja, mayormente hablando. 
Qué bonito todo, caramba. Qué cosas tan impresionante. Que trabajo tan brutal. Qué gusto que hayan existido personas capaces de realizar y juntar tal cantidad ingente de piedras talladas, generando con ello semejantes monumentos tan llenos de magia y belleza. 
Y pudieron conmigo. Tanta grandeza me impidió hacer las fotos que a mi me gusten. Una sosada, vaya.
Sin embargo, una tortilla se dio la vuelta. Yo llamo así a una situación que se invierte. Decía en una entrada anterior que los viajeros ciclistas no me saludaban. Ya no lo puedo decir.
Los dos ciclistas viajeros a los que desee chinchetas, que por fortuna no pillaron, aquí, enganchaos por tanta emoción, me saludaron alegremente. No pasó de ahí, pero me sentí lleno. Más tarde, un viajero en bici, chino, me invito a que viajáramos juntos por Tahilandía y, como yo en ese momento, tenía pensado pasar a Laos o Vietnam, no le pedí su dirección y ya no puedo conectar con él, pero estuvimos hablando un largo rato y deseándonos suerte y salud. 
Más tarde, otra pareja irlandesa, al ver a Rocinante, me comentaron su viaje por Laos y me preguntaron por el mío. Buenas pedaladas, nos recomendamos. Un día de lo más completo en ese sentido.
Y para rematar el día, los amigos viajeros Guillermo, Melodie, Colleen y Rebecca nos fuimos juntos a ver bailes típicos camboyanos y, contagiados, bailamos disco hasta las 12 pm.
De vuelta a casa nos encontramos con doña serpiente, a la que Guillermo hizo poner pies en polvorosa.




















1 comentario:

  1. Pues a mi me parecen unas fotos increibles, esas construcciones en el momento de su construcción deberian ser alucinantes..

    Animo con el handicap del idioma, y no te desanimes Juan.

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