Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














lunes, 14 de noviembre de 2011

Chhuk-Takeo. Cambodia. 46,69 km.

Vaya cena buena que me he gastado. Es que apenas había comido durante el día. 2 cuencos hermosos de espaguetis marrones de arroz, con hierbabuena, brotes, carne, cacahuete tostado y picado y caldo. Riquísimo. 1$. En otro puesto 2 batidos. Camboya, aparte de ser importante por motivos que desconozco, además de la pimienta (la mejor del  mundo) y por los durianes, y por su gente, es importante por sus batidos de frutas. Cuando cae la noche y los puestos de comida se retiran, aparece los puestos de frutas y, además de preparar pasteles y otras lindezas, preparan unos batidos que no te puedes marchar, en el momento que has probado uno. 1$.  Madre mía 2 dólares y podría haber sido la comida y cena de un día. La habitación 5$. Las bebidas del día, cocos y aguas 1,5$. La verdad es que hoy el día ha salido barato. 
Para los que lean esto, aclarar que yo, todo esto, me lo como y bebo en los puestos de la calle de ellos, donde yo mismo, si viniera con la familia, no estaría. Sencillamente porque, cuando vas de vacaciones, te mueves de otra manera. Y, porque los precios "caros", resultan baratos para nuestra moneda. Una comida de caerse de espaldas y esnucarse, no pasa de los 10$, salvo que te guste el lujo despiadado, en cuyo caso, limita el país a cuatro sitios. En el resto, no lo encuentras ni pagando. Me refiero al gasto fastuoso y el lujo despiadado. Por cierto, los días en que he comido o cenado donde, si estuviera de vacaciones, lo haría, no he pagado, jamás, más allá de 6, eso con dos cervezas y banda de trompetas incluida, jajaja. En las fotos recuperaré una foto antigua para que veáis lo que cené por 4 dólares.
Y, después de esta disertación-información culinaria, al grano. Me levanté antes que de costumbre, para no pasar tanto calor y, a las 7, estaba montado en Rocinante y pedaleando. Desayuné unos pocos cacahuetes y dejé el resto, para la carretera. 
La mañana era encantadora para pedalear, ni gota de viento ni de calor. Perfecto. Mis piernas, doloridas por el día de ayer, se iban acostumbrando, lentamente, a su tarea, aunque a regañadientes y dudaba, incluso, de los kilómetros que podría hacer hoy o si tendría que pararme en algún monasterio. Hablando de monasterios, al margen de que Cambodía sea importante por razones que desconozco, es importante por los templos. Tiene miles, cada poco, uno. Son infinitos de ellos y algunos preciosos y antiguos. Y, aunque ya no quiero parar en más, porque no llegaría nunca, de cuando en cuando, alguno me obliga y me meto. Y eso que aún me quedan los importantes de Angkor
Paré a fotografiar unas flores que no son las del loto, pero que son de agua, de color violeta, y vino, poco a poco, una familia hasta donde yo estaba mirando, además, el mapa. Cuando me quise dar cuenta, había cinco o seis personas conmigo. La señora mayor, me preguntó que si quería un coco. Accedí y me dieron el coco y el machete para abrirlo. Me eché a reír, pensando, en las puntas de mis cinco dedos en el suelo.
Para que quedara claro que el coco sí que lo quería, pero que cortarme los dedos no, hice el amago de cortarlo, solté el coco y me llevé la mano derecha a la cabeza a la par que miraba compungido a mi mano izda. No se que entenderían, pero todos se echaron a reír. Uno dijo algo, y se entabló una conversación, donde todos opinaban. Supongo que cada uno daría la versión de lo que yo quería decir. Por último, la mujer mayor, sonriente, cogió el machete y el coco, y en 6 golpes, estaba listo para beber. Mmmmmm. Es que me encantan. Cuando me lo hube bebido, lo partió en dos y me comí la pulpa blandita y lechosa que sólo tiene medio coco.
Y un templo llamó mi atención. Entre, fotografié a los monjitos, que estaban en clase. El templo era colmando y las pinturas muy bonitas y coloridas. Lo malo, es que después pasé por otro, que aún llamó más mi atención. Y también paré. Lo bueno, es que con tantas paradas, aguas, comidas y visitas, poco a poco voy avanzando. Y, hoy, necesitaba este ritmo. Más rápido, habría muerto fundido.
Llegando al cruce de Takeo, en la general, había una boda, clásica. Me detuve para ver si me invitaban, un rato, haciendome el curioso, mirando para aquí y para allá, hasta que, afortunadamente, me llamaron. Mas contento que unas castañuelas, entre en la ceremonia. Era muy colorida y cercana. Estuve un rato, y continué hasta Takeo. 
Como un kilómetro antes, pare a tomar mi ultimo jugo de caña y vi, enfrente del puesto, en una charca, a un grupo de gente pescando con red. Aprendí a hacerlo, hice fotos y me largué en busca de cobijo.
Y tras la cena, esto he escrito.

Con la familia que me regaló el coco. A los niños les di para unas chuches


templo colmando



Así van las pobres gallinas. ¡Cómo me voy a quejar yo de nada!



¡Me impresiona!


Por esta zona las casas tienen patas, como los palafitos








Los cambios de provincia, para celebrarlo

La habitación de hoy

1 comentario:

  1. Es fascinante ese mundo que estas recorriendo... Lugares para vivirlos y fotografiarlos...

    Me fascinan los colores naranjas...

    Un abrazo, mucho animo!!!!!

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