Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














lunes, 31 de octubre de 2011

Disputas entre dioses

Los días que corre el viento, se lleva los malos pensamientos y el dios malo,"para que te metes en esos líos", o su abreviatura PQTMEEL, pierde la batalla frente al inconfundible empuje del dios, "qué bonito es todo esto" QBETE.
Hoy amaneció limpio y sin viento. Después sopló algo y ahora está que ni fu ni fa. Así que PQTMEEL y QBETE, han tenido de las suyas.
QBETE, le reprochó a PQTMEEL, que siempre estuviera con los mismos cuentos y canciones, la misma cantinela. Que si como decían en el Alamín, el pueblo donde trabajaban sus abuelos. Allí, en las capeas, cantaban a los maletillas que querían ser toreros, pero que no eran valientes, una cancioncilla que decía así: "Manoleeete, Manoleeeate, si no sabes torear pa que tee metes". Y los pobres, todos asustados, se debatían entre demostrar su valía o salir corriendo y no pisar un ruedo en su vida.
También le reprochó su actitud acomodada, su dejarse llevar por las viejas y oxidadas costumbres, haciendo un mantra del "hacer lo que es debido".
Hoy QBETE estaba fuerte, sentía los brazos fibrados y los músculos tensos. Como todos los días, su optimismo, le empujaba en las mañanas y a lo largo del día y, excepto cuando la inactividad le adormecía los sentidos o, cuando desde el exterior, le caían montañas de melancolía, mantenía intacto su espíritu positivo y luchador
PQTMEEL, mientras tanto, permanecía agazapado, tranquilo, a la sombra de los hechos. Esperando la menor oportunidad para erguirse y, señalando con el dedo autoritario, soltar al menor tropiezo: ¡Ves, ya te lo decía yo!¡Con tus años!¡Mira que eres cabezota!¡Y ahora, qué!¡Cúanto te echo de menos!. Sentencias que llegaban directamente a la mandíbula de QBETE.
PQTMEEL, pensaba que las cosas están bien como están, que para qué moverlas, que la cabra tira al monte por la fuerza de las costumbres.
-¿De las costumbres?, decía QBETE. Las costumbres oxidan la iniciativa, impiden los descubrimientos, las nuevas experiencias y conocimientos. Las costumbres, detienen el tiempo.
-¿Detienen el tiempo?. A tí, habría que detenerte. Las costumbres fijan las normas del buen vivir, de la convivencia y de las relaciones. ¿Qué haces tú, ahora?. El tonto, el payaso, el panoli, el estúpido, tirar por la borda todos los años de tu vida, abandonar a tu familia, pensarte De la Cuadra Salcedo...

Hoy, PQTMEELy QBETE, estaban fuertes los dos, de modo que los he dejado a lo suyo y me he ido a cenar.
¡Están locos estos dioses!
Mosquito del país

Escena playera

Los bungalós donde habito

La puesta de sol del día

Grave olvido en el capítulo de los agradecimientos.

Por jugadas de la memoria, olvidé y me da coraje, agradecer mucho al buen mecánico de bicicletas Jóse Manuel, de Carbono 13, creo que se llama la tienda, en la Estación de Aravaca. Madrid. El ha sido mi instructor en la mecánica de la bici, mi consejero en lo que sí y lo que no llevar o cambiar y, además, ha sido un amigo desinteresado cuya aportación gratuita, cámaras, corta cadenas, llaves fijas y alguna cosa más que no recuerdo, han contribuido al viaje. Gracias, Jose Manuel.

Después de los 90 km., descanso. Phu Quoc. Duong Dong

Poquito puedo decir de hoy, prácticamente sin agujetas, he dedicado el día para poner a punto a Rocinante, muy oxidado en su cadena. La he limpiado (dentro de lo posible) y engrasado, he limpiado el cambio y he limpiado y engrasado, también el sistema de cambio, al completo. Ahora va de un suavecito....
El resto del tiempo, los he dedicado a comerme un kilo de cangrejos de mar, repartidos en la comida y cena; a pasear y a escribir en el blog, que me lleva un montonazo de tiempo.

domingo, 30 de octubre de 2011

Phu Quoc. Rach Tram y Bai Thom. 90 km.

Nuevamente estamos sin electricidad en los Bungalós, así que toca escribir fuera del blog y luego colgarlo. Ayer salí todo convencido de que mi excursión al norte de la Isla, era perfectamente posible y que, más que nada, se trataba de dar pedales continuadamente. Paré a desayunar en el pueblo, para llevar las pilas cargadas a tope. Tocó, más o menos el mismo tipo de bravaje, para mí es como la poción del druida. Un caldo, hierbas, cosas solidas pero masticables y, a veces, un picantillo, que no molesta.
Me tomé, el brebaje completo, que aquí es costumbre no dejar nada en el plato y limpiarse los dientes con palillo, e incluso hoy, me bebí parte de un té aguado que ponen con hielo para acompañar las comidas y que no se si te lo cobran o te lo regalan, porque unas veces lo ponen y otras no.
Y salí todo contento, con mi escudilla de pareados para los ocasiones difíciles o complicadas. Porque cuando voy en ruta, a veces canto a voz en grito y otras, recito versos con rima o sin ella, depende de la dificultad de la rima, para ahuyentar los malos momentos, situaciones y adversidades de la carretera.
Y a dar pedales. La carretera es una autopista de doble carril, en un estado entre bueno y malo  muy malo, con tramos de tierra y marcadas rodadas. El comienzo no era malo y el tráfico, aun siendo abundante, para nada era molesto. Pasados tres o cuatro kilómetros este se diluyó y quedamos, Rocinante, yo y algún loco que se aventuraba hacia más allá de los confines, pues en esa dirección no había ni pueblos ni nada.
A los diez o quince km., el viento, que soplaba brisa, empezó a arreciar y avanzar, en determinados momentos, se convirtió en un suplicio. Entoné la rima del viento "viento agrestes, no molestes". Hasta en las cuestas abajo tenía que dar pedales. La ruta en total, fue durilla. Un logro para mí, con 90 Km., en total, repartidos en asfalto, graba de granito, a veces suelta, y "carretera nacional" de tierra roja durante 25 km, en total, de los cuales, algunos, con peligrosas roderas.
plantación de pimienta

En el camino, se cruza un bosque protegido, que es una auténtica selva. Muy bonito y cerrado.
preciosa seta de los arboles




Esta flor, estaba escondida en un agujero, donde apenas le daba la luz


Arbolazo

Muy a lo lejos, llegue a un cruce. Tenía que decidir entre la derecha o la izad, teniendo la izad., 10 km., hasta el destino y siendo de tierra roja, o a la derecha, de asfalto en ese momento y 2 km.,  hasta la playa de Bai Thom, uno de mis destinos. parado en la cuneta, entoné el "pinto, pinto, gorgorito" y me salió el de la derecha. 
Los kilómetros pasados habían hecho que el agua que llevaba encima se hubiera calentado lo suficiente como para ser agua caliente y llevaba un buen rato buscando algún colando donde tuvieran la maquinita estruja cañas de azúcar. Pero no había ninguno. Al entrar en el poblado (no eran más de 15 casas), en una de ellas, plaf, la maquinita. Sooooooooooo, le dije a Rocinante. Mmmmm, estaba fresquito y dulce, pura ambrosía. Me lo bebí en un santiamén y, a punto estuve, de pedirme otro más, pero lo deje para la vuelta. Al pagar, me pidieron el doble de lo normal. Bueno, ocurrió una cosa graciosa. Al llegar, vino una chica que hablaba inglés. Y al pagar, al preguntarle a la chica cuánto era, me dijo que cinco mil, mientras que el paisano que también estaba en el puesto me pidió, en vietnamita, 10.000. Lógicamente, me hice el inglés, y pagué 5000. No me pusieron muy buena cara, de modo que monté en Rocinante, metí espuelas, y a por el mar.
La primera playa a la que llegué


Y el coco que me bebí para recuperar. El niño su puso para salir en la foto


La selva, junto a la playa


Casita de pescadores típica


Me invitaron a cerveza y a quedarme con ellos


Inventos navegables


Esto lo hace un bichillo de las arenas del mar


El que no tiene una barca para pescar es por que no quiere. Cañas y poriespan




la isla a la que no conseguí llegar


caracolas que se iban a zampar

Y, por fín, el mar. Mi primera etapa conseguida. Sudoroso, sediento aún, cansadillo…. Lo que veía, me parecía bonito, sí, e incluso muy bonito. Si hubiera llegado en coche, con aire acondicionado, estaría diciendo: guauuuuu. Bueno, eso es lo que diría Pluto. Yo diría: Ohhhhh1.
No había un alma, ni hoteles, ni restaurantes, o al menos que se vieran. Un kiosquillo, playa larga y barquitos en el mar. En el Kiosquillo, me pedí un coco, que me bebí como si me hubiera cruzado el desierto y, ya más sosegado, decidí irme a ver una isla que se veía en la lejanía. Dejé a Rocinante, con su carga, excepto el bolso de los tesoros que siempre me acompaña, en el Kiosquillo, al cuidado de la familia regente, y eché a andar playa  a delante.
A mi derecha, casas abandonadas con sus barcas incluidas, al menos en este momento, que igual en temporada alta, se instalan. A mi izda., un mar embrabuconado (jijiji). Mientras andaba, me dí de bruces con un grupo de amigotes que comían en el monte y que me invitaron a sentarme y a cerveza. Di un trago (largo), les hice la foto que me pidieron y quedé, en que a la vuelta, me sentaba con ellos (a la vuelta ya no estaban).
Andube más y, cuando estaba, como quien dice, a tiro de piedra de The Island, zás, pequeña pero muy profunda desembocadura de pequeño rio, que me impedía, con la bolsa de los tesoros en mi poder, continuar y llegar a ella. Me dio una profunda depresión y tuve que invocar a "más se perdió en la guerra de Cuba y no se pusieron de mala uva", para mantenerme en mis trece y volver por donde había ido.

Al llegar a Rocinante, tras ensillarlo, noté que la cadena chirriaba, pero mucho. Las lluvias de los dos últimos días, con Rocinante durmiendo al sereno, la habían dejado bastante oxidada y temí que se gritara. De nuevo tuve que entonar un pareado: "Oh, cadena de eslabones, no me abandones". Y, esta vez, sí, funcionó.
A por la siguiente etapa. Eran las 13.45 y tenía, según la señal, 10 km de tierras rojas más dos hasta la señal. Cantando como un loco, me metí en la "nacional" , camino de Rach Tran, 10 km. No era mala, con los típicos bachecillos de las pistas de tierra y alguna rodada no muy profunda, me permitía avanzar a unos 15-18 Km. por hora, con un calor de mil demonios. Ah!, jajajaja, olvidé contar que, cuando volví a pasar por la caña de azúcar, donde pagué 5 al que me pedía 10, y teniendo en cuenta que era el único en miles de kilómetros a la redonda, me paré de nuevo a tomarme otro. (no había comido y deseaba que en Rach Tran, me dieran). Se hicieron los longuis, jajaja, pero yo me hice la estatua de sal y allí me quede plantado, hasta que, no se si por pena o por vergüenza, me hicieron caso. Tras negociar el precio, (por 5), me tomé otro zumo, un poco escaso, eso sí, pero bien frio.
Por la carretera roja estaba yo parado un poco en una sombra, haciendo una foto o un video, no me acuerdo, tan campante, cuando un motorista que venía de frente, se detuvo y me dice, lo que yo entendí así: No sigas, chaval, ni de coña. Ayer. con las lluvias, a 5 Km., la carretera quedó destruida y tres más después, buaj, ni te cuento. Date la vuelta y tira, anda!. Y yo, para ver si lo que he entendido, es cierto, se lo repito. Confirma. Pareado: "Aquí estoy y sin verlo me voy". Entonces, señalando al mapa con el dedo,  le pregunto ¿Rach Tran? y me dice: todo para adelante. Vuelo a preguntarle ¿Rach Tran?. Me contesta, alterado, que sí, que sí, que para delante. Arranca y, levantando polvo rojo, se va. "Que una nube de polvo te atrape, zape".
Decido continuar y ver por mis ojos, de que me hablaba. Lo que quería decir es que, durante 5 km., la carretera era como hasta ahora, después, durante 3, se estrechaba y subía y bajaba como una montaña rusa y, los dos últimos eran la mismísima entrada a los infiernos. Profundas rodadas, grandes baches, charcos, camiones abandonados…. Y, al final, el pueblo.
Iba asfixiado, muerto de hambre y muy cansado e implorando "a ver a ver, si en el pueblo me dan de comer". Llego al pueblo y…. no es pueblo, es un conjunto de casas de pescadores y nada más. Muy bonitas las vistas del agua, sí, preciosas, pero si pillo al de la guía, lo hago albóndigas y me las como. No lo puedo creer. En una casa, juegan al bingo, la gente en la calle y, entre el personal, veo alguna botella de refresco. Pido una y ruego que esté fría. Y lo está. Me piden 10. Doy 10 en billetes de 2. La señora empieza a hacer gestos muy molesta y me pide 2 más. Tururú, le digo. Entonces, me hace un desaire y se va diciendo imprecaciones. No me gusta que las cosas se queden así. Voy a ella, le pido el dinero, y se lo cuento, sobre una mesa 2+2+2+2+2=10 no?. Se ríe y me manda al cuerno. 
Doy un paseo por el poblado, me hago unas fotos con una pareja, me rio con los niños, a los que también hago fotos, compro unas uvas y una manzana, por las que me clavan y comienza la vuelta. Según salgo del pueblo, zás, un coco. Un gran coco, sin agujero, o sea, lleno de gran líquido. Lo cojo e intento sujetarlo a Rocinante. Mal que bien, lo consigo, pero tras pasar por los 2 primeros baches, el coco al suelo. Lo recojo y busco como llevarmele hasta un riachuelo que, al venir, he visto y llevaba aguas transparentes, donde lavar la fruta y comerla. Por fín se me ocurre meterme la camiseta dentro de los pantalones y el coco en la barriga. Funciona. Embarazado de 9 meses, recorro cuatro kilómetros, hasta el riachuelo. 















Me como la fruta y me bebo el coco, abierto tras ciertas dificultades. Estoy un poco más entero, pero me quedan 40 Km y son las 15:25. Tengo 2 horas para la vuelta, antes de que se haga de noche. Le meto caña y con pocas paradas, llego. estoy desfondado, pero orgulloso y sobre todo muy hambriento. 
En el primer puesto de la calle que llama mi atención, me detengo. Me como un plato de sopa con hierbas y brotes, Otro de medio pollo con más brotes y otras hierbas, un refresco con mucho hielo, pido un mango en rodajas y veo que, a mi izad., un puesto  tiene huevos "cocidos". Me levanto y pido uno. Busca entre todos, el mejor, sopesa uno, mira al otro, rebusca y, finalmente, de la parte de abajo, el más calentito, es el que me ponen. Le atizo con la cuchara, la cascara, cede, levanto un trozo y lo que veo, no me convence un pelo. Es de noche y veo mal, pero no me convence un pelo. Pienso que está malo. Quito más cascara, hasta la mitad. Sigue siendo entre negro, amarillo, gris… y parece tener plumas. En mi tierra, esto sería un huevo putrefacto. No se que hacer "para qué habré pedido un huevo, so lelo". Pregunto al de los huevos que cómo se come. Se levanta, solicito y corriendo, me trae un palto, para que lo eche. Eso hago y… Ahhhhhhh!, el huevo de divide en tres o cuatro trozos, donde uno de ellos es un polluelo, con pico y ojos!!!. Mito al hombre buscando consuelo y sonriente, absorbe con su boca, indicándome lo que he de hacer. Sonriente, asiento. Cojo una de las cosas que no son polluelo y me la como, y luego otra y, en un despiste, el polluelo, a las sobras del pollo. Lo tapo con esmero para ocultar mi delito. Me mira de nuevo el huevera y, sonriente, me como el último trozo de lo que sea, que tenía el huevo dentro.
Me como, el mango y salgo, todo recuperado, en busca de un ciber. He de conectarme
Esta foto va dedicada a una persona muy especial


Fabrica de ladrillos artesanales

viernes, 28 de octubre de 2011

Descanso en Duong Dong, en Phu Quoc

Jornada de descanso total, aquí en la isla. Me estoy dejando llevar como las hojas por el viento. Sin tomar partido y sin decidir nada de antemano. Así llega cada minuto, así hago. Y por no hacer, o por hacer, hoy he escrito, me he llegado hasta el mar, me he vuelto a la cabaña, he vuelto a escribir un poco, me he duchado por segunda vez, y ahora he subido a recepción a hecharme unos internetes, que en la habita no hay. Aquí, en la recepción, siempre estoy acompañado y miran lo que escribo en el ordenador con una falta de recato increíble. Menos mal que no conocen el idioma o lo consideraría una intromisión, jajajaj.
Esta noche ha caído el diluvio universal. Menos mal que se me ocurrió tapar el sillín, el maravilloso sillín, con una bolsa de plástico. Fue providencial. Lo que no tapé, ni guardé fueron las zapas que uso constantemente, las sandalias de romano, que esta mañana rezumaban agüita por sus pieles. Pues mira, se han lavado.
De momento, ni fotos hice y tampoco se si las haré, porque ya digo que estoy de descanso total. Aunque me extraña que siga así. Seguramente, que luego seguiré escribiendo, ahora me voy a comer y a darme un bañito, en ésta asquerosa agua turquesa, con una temperatura excelente y en un sitio increíble.
(son las 13,20, aquí) (allí 8:20).


Finalmente decidí mover los miembros y darme un buen paseo playero. Nada que comentar salvo la tranquilidad y la belleza. Y claro, las fotos, pues son playeras.

jueves, 27 de octubre de 2011

Pequeños pero grandes en el sentimiento, agradecimientos.

A mi amigo Buda, a mi hermana Concha, A Jofegaber, a el "Amigo", por sus comentarios. A Miguel Angel y Carlos, a los que pido perdón por no despedirme de ellos como hubiera querido, pero el tiempo me falto a última hora, (Carlos no sabes lo útil que me está siendo la linterna), a el nuevo seguidor que se ha dado de alta, A los que de manera anónima me siguen y alientan, a mi familia, toda, por que sin su apoyo, el de todos, me habría tambaleado y, ni metiendo plato chico y piñón grande, quizás hubiera subido la cuesta. GRACIAS.

A veces, no hay internet, en las posadas donde me detengo

Y por eso, algún, e incluso algunos días, depende de donde me encuentre, no podré escribir, pero no hay que preocuparse. Lo hago en el ordenador y cuando tengo conexión, descargo todo de golpe, como hoy.

duong dong

Esta mañana, el dichoso discursito, ha empezado antes. No es que estuviera muy dormido. Por alguna razón, no termino de dormir a pierna suelta. pero de estar felizmente amodorrado a escuchar una voz monocorde, a todo volumen, hay un gran trecho. Hartito de ello, acabé levantándome para empezar el proceso de recogida y preparación de todas las herramientas necesarias durante el día. Una vez echo, salí a desayunar uno de mis sabrosos platos mañaneros. Espaguetis con  chicha gelatino-chiclosa, brotes, arroz y salsa picante. Dí buena cuenta de ello, que el cuerpo luego me lo agradece. Tras pedir unas botellas de agua fresca para el bote del cuadro y la botella de reserva, emprendí la partida. Hoy, me hice 30,6 km. entre idas, venidas y llegadas. La isla es verdaderamente verde, muy verde y, ésta sí, tiene cuestas. Se acabaron los llanos. Bueno, tampoco es que sea algo así como el puerto de Navacerrada, en Madrid, pero acostumbrado a llanear tranquilamente, con plato grande y piñón pequeño, con relativa frecuencia, a tener que meter el plato intermedio y el piñón más grande, hay una notable diferencia, ¿a que sí, piernas mías?. 
Gozada de viaje. Poco tráfico, señales indicadoras y llegada al punto de destino sin más paradas, que las por mí elegidas.Al poco de salir, vi una especie de parcela peladita con unos árboles muy majetes y un riachuelo. Quité el tarugo que impedía el paso con la bici (sobrepuesto apoyado entre dos piedras) y me interné en él para fotografiarlo. Cuando iba paseando entre los árboles, una gran pájaro, yo creo que de la  especie de las águilas, echó a volar, dándome un gran susto, pues estaba bastante cerca y no muy alto. Era un buen bicho.
Más a delante, me metí en un parque con aspecto de no terminado, pero muy bonito, con todo lo que era jardinería muy cuidada. No había una sóla persona. Continué mi camino, tralarí, tralará, hasta llegar a Duong Dong. Este lugar cuenta, según las guías más reputadas, con una playa paradisiaca, de 30 o más kilómetros de larga, de aguas celestes y palmeras que se inclinan para ver nadar a los peces o atizarle un cocoterazo a algún incauto. 
Hacía bastante calor y había perdido líquidos a mansalva. Acordándome de los consejos de los seres queridos, a parte de llevar la gorra mojada (gracias, amigo jofegaber) paré a tomarme un zumo de caña y el líquido de un coco. No recordaba yo que tuvieran tanto, pero si digo que tenía más de tiro y medio, creo que no me equivoco. 
Redondo de tanto líquido, me apliqué a la insigne labor de encontrar un aposento no demasiado codicioso. Tras alejarme un poco de la zona principal, empecé a preguntar: lo más barato 55$, lo m´s caro 135$. Joé, y me pareció caro los 15 que me pidieron ayer. Por lo que veo, fue un chollo. Continuo, y me alejo más. Vuelo a para a preguntar en un sitio más normalito. 35 y 55$. Continuo y, de nuevo, pregunto en otro. 27 y 57$. Caramba, empiezo a inquietarme. Veo un cartel, donde dice que se alquila casa particular y memento por un camino que va a dar a una gran casa tipo granja. Estoy por dar la vuelta pero el camino es estrecho y de tierra y no es fácil. Me meto en la casa para girar e irme, cuando un hombre que estaba lavando su moto, me dice muy jovialmente, Hellooooo!. Y como esto sí lo se decir fuerte y alto, pues contesto a todos los hellos que me sueltan, incluido a éste. Hello, le digo to simpático. Where are you from, me pregunta. Taimañá, le contesto yo, en vietnamita y luego el consabido I speak a litlle inglish, sorry. Y, a partir de ahí, ya somos amigos. 
Le pregunto dónde puedo encontrar un bungaló de a 10$. Me dice que salga con la bici a la carretera que, al llegar a ella, gire a la derecha, y que él me alcanzará con la moto y me lleva a unos. Bueno, pues increíble. Son los que ayer busqué infructuosamente en el pueblo donde estaba y que no encontré porque estaban aquí, jajaja.
Entro más contento que unas pascuas, pregunto precio y me dice que 15$, Le digo que nones, que internet pone que 10$. Ok, me contesta, 10$. Pero si quieres que esté en primera fila a un humedal, que debe estar lleno de mosquitos, 12$. Le digo que con 10 tengo bastante y me da un bungaló estupendo. Bungaló que luego, a la noche, tras venir de cenar hilillos amarillos muy finitos, cintas blancas más anchas, hierbas, pollo migado, brotes y una carne rara, pues no tenía luz. Tuve que cambiarme a otro y mañana he quedado para jugar un partido de tenis por la tarde noche. 
La playa, puaj!!!. Agua templadilla, transparente, arena fina, muy poca gente y un día deslumbrante. Un auténtico horror. Voy a tener que quedarme aquí una temporada, a ver si esto cambia.
Ahora estoy escribiendo esto, con el antimosquitos electrónico encendido y las palmas preparadas para dar matarile a cuantos se acerquen a menos de un metro de mí. Ya llevo tres en un ratillo. Y esta noche, mosquitero.











Phu Quoc

Voy a empezar por el final.  Tras las cena, llegué al hotel (el más caro hasta ahora, está un sitio "auténtico", pura caca para cualquier turista, excepto para mí, por aquello de que puedo con todo y además me gusta). Bueno, pues eso. Como iba diciendo, acababa de llegar al hotel, después de darme una opípara cena, en un restaurante, cosa que, hasta ahora, no había hecho. Y entré directamente al baño, a darme una ducha. Había, para enjabonarse, unos sobrecielos de jabón líquido (dos). Cogí uno, e intenté abrirlo con los dedos. Imposible. Probé esta vez con las uñas, pero por más que las clavaba, y no son cualquier cosa, mis uñas, nada. Finalmente, y dado que necesitaba enjabonarme, no me quedó otro remedio que probar con los dientes. Un intento, dos intentos, tres intentos y nada. Ese sobre estaba blindado. Entonces lo trinqué entre los colmillos y tiré de él, pero no se abría, el condenado. Tiré aún con más fuerza y, para tirar con más fuerza, lo cogí más sólidamente y, claro, se abrió. Se abrió y todo el contenido fue a parar a la boca. Lo estaba estrujando. Mierda. La boca se me llenó de jabón de hotel. Curiosamente tiene el mismo sabor que olor. Puaj. Lo tiré de inmediato y empecé a enjuagarme. La boca se me llenaba de espuma. Más me enjuagaba, más espuma tenía. Me empezaron a salir pompas por la nariz. Tenía la boca y la nariz llena de pompas. No es muy recomendable, aunque seas chuleta y estés actuando en el circo. Finalmente, remitió, pero no tenía jabón. No, no lo intenté, de nuevo, con el segundo sobrecillo. Directamente, cogí la multiusus, y me llevé una esquina. Y me enjaboné vengativamente, más de lo normal, hasta casi hacerme sangre, porque eso era lo que necesitaba hacer.
Esta mañana, no me quería levantar. Estaba muy a gusto en la cama. Tengo que contaros que, últimamente, al amanecer, o sea, a las 5 de la mañana, el gobierno debe ser, me imagino, porque si no, al capullo, lo habrían ya llevado al patíbulo, ponen a través de altavoces por todo el pueblo, peroratas de un y una menda que, sabe dios, quienes son. A todo volumen. Como yo no tengo nada que ver en el asunto, pues me mosqueo y bastante porque, por unas cosas o por otras, la dormida de momento, es más bien escasa. Ya sabéis, cambios de cama, ruidos, fríos del aire, más ruidos, voces, mas voces. Aquí no hay quien duerma. Y para colmo, a las cinco, los altavoces. Deberían considerarlo.
Pues no me quería levantar. Pero ya que tenía el desayuno incluido en el hotel, tras remolonear bastante, hice un esfuerzo. bajé a recepción a preguntar por mi desayuno, brekfast, creo que se dice. Respuesta: si quieres desayunar, vete por ahí y hazlo. ¡Pero bueno, esto es indignante!, debería de haber dicho, pero haber quien lo dice en vietnamita (único idioma que hablan, mayormente). Ayer, intento decirle, cuando pregunté el precio de la habitación, pregunté si estaba incluido el puñetero brekfast. La respuesta fue afirmativa. Repetí: room plus o more, no recuerdo, brekfast, two handred. Yes fue la respuesta. Brekfast in the hotel, insistí. Oh, yes, sir. Ok, añadí, no se diga más. Pero lo más curioso es que ya es la segunda vez que me ocurre. Me dicen que sí cuando reservo y, luego, por la mañana, es otra persona la que está y se hace de nuevas. Y yo, pues para que discutir, jajaja. Sobre todo, ¿cómo?, jajaja. 
Sin desayunar salí de la habitación, con todos los bártulos y fui en busca de cambio y de brekfast. Ví un banco. Al entrar, te sientes, como mínimo, ministro de agricultura. Te abren las dos puertas, dos propios, (te han visto desde lejos, antes de entrar) te sale a recibir una estupenda ejecutiva, dicho con todos los respetos, pues va referido a su eficacia, echan a la gente del mostrador y el rey, eres tú. Realmente, no comparto estos procederes pero, excepcionalmente y, por una vez, que bien se siente uno Mr, vanidoso, Marshall.
Salgo con unos cuantos millones en mi bolsillo secreto y, justo en la puerta, un "restaurante" de los que yo uso para mis comidas, cenas y brekfast. Me siento, en un minitaburete, pues aquí, o se acuclillan o minitaburetes, y hoy, no pido nada, dejo a ver que ocurre. Me preparan un plato caldoso de espaguetis de arroz, brotes de soja, gambas y pescado, aparte los aliños de ellos, que estaba hummmmm. Para chuparse los dedos. Cuando terminas, debes limpiarte la boca con un palillo. Incluso te lo dan, si no lo haces tu por tu cuenta. 1$.
Y, de ahí, a por el billete del barco. Ayer descubrí a través de internet, que para ir a mi isla deseada, hay barco directo, desde aquí. Decido, como es fácil suponer, dejarme de rodeos e ir al barco. Tres y media horas después, y 17 dólares de menos en mi bolsillo me plantificaron en la Isla de Phu Quoc. Con Rocinante, lógicamente. El viaje fue tranquilo, sin apenas olas y, tras mucho tiempo sin comer, me planté en The Island. Una cosa curiosa ocurre. Dice Miguel, mi hijo, que siempre que se encuentra con otros viajeros, se saludan. A eso, tengo que hacer una salvedad. Te saludan si eres joven. Ya me encontrado con algunos extranjeros que ni me miran, jajaja. Pero vamos, que ni existo. 
Ya en la isla, cargo a Rocinante y, más contentos que unas castañuelas, me dirijo a dónde la mayoría de los coches y mi instinto me dice. La carretera, para coches y motos, es un infierno. Para mí, menos. Los grandes baches y charcos, a mi velocidad, me afectan poco. Y tiro y tiro. El calor es sofocante por la humedad, pero vamos tan contentos que ni sufrimos. Llevo la referencia a través de internet, de unos bungalows estupendos y baratos, junto al mar, donde las olas lamen la playa. Llego tras mucho preguntar al sitio y, o los hubo y ya no los hay, o ni los hubo. Resultado, el día está muriendo, no me conozco el percal y me dicen que, por aquí, no hay hotel, que el más cercano está  a 11 km.
Como no me creo nada, por sistema, ni de bueno ni de malo, pregunto y pregunto. Y sí, hay hotel, ni muy bueno, ni muy barato, 15$, pero hay. Nada más coger la habitación, ni me ducho, estoy muerto de hambre, pero mucha, mucha hambre. El pueblo, es un pueblo pobre, muy modesto. Casas bajas, chozas, comercios familiares, en fín, lo que viene siendo éste país y que tanto me gusta. Y pegado al agua, un restaurante de los de verdad, con mesas con manteles y sillas vestidas. Decido hacer una excepción y tomar mi primera comida en un restaurante, con mantel y servilleta. Como en todo restaurante, me ofrecen la carta, de la que no entiendo ni papa. Digo que quiero ver la comida y me llevan a unas piscinas, llenas de bichos del mar para que elija. Se me hace la boca agua con la elección. 
Todo sería perfecto, si no fuera porque, tras terminar, me entró cargo de conciencia de los pobres animalitos, que estaban tan estupendamente, nadando en su piscina y tras señalarlos, luego me comí. Jopé.
Y, de ahí, al hotel, a dormir, ya que aquí, al menos, no hay internet, que mañana tocan cuestas y cambiar de hotel, creo.
Nota: Parece que la isla es muy verde, muy bonita y muy, muy tranquila pero con muy malas carreteras.