Uy Uy Uy. Vietnam en bicicleta

Hoy toca jornada de descanso y de tomar decisiones de ruta. Estoy en Vinh Long, que parece que no es un sitio que tenga mucho que ver, salvo la vida diaria del pueblo vietnamita, que en sí mismo es  agradable, siempre y cuando uno se pare en una zona poco frecuentada por los elementos a motor, muy ruidosos. Hoy estuve en un recodo de uno de los muchos pequeños ríos del pueblo viendo pasar el tiempo y a los barcos, que tanto me gustan. Les he hecho bastantes fotos. En realidad son todas iguales, sólo cambia el barco. No lo he podido remediar. Si acaso, luego las borraré.

Tengo los sentimientos un poco encogidos, muy encogidos, si he de ser sincero y ésta aventurilla se me está poniendo muy cuesta arriba. Estoy abrumado por la realidad que me rodea. Mucho ruido, mucho tráfico, desconocimiento del idioma, o mejor dicho, de los idiomas, soledad…

Viajo en la bicicleta, mi caballo Rocinante, feliz, sin problemas de momento, porque afortunadamente el camino es llano, pero en mi horizonte tengo la ciudad a la que llego donde, encontrar un hotel es un problema. He de llegar pronto y recorrerlo calle a calle, hasta dar con el establecimiento de acuerdo a mis posibilidades y que reúna, al menos por ahora, internet. Necesito comunicarme, hablar con alguien. Arranco el ordenador y miro rutas, opciones, cosas, a ver si alguien me escribió en el blog (gracias Buda, Jofegaber...) pero lo que más miro y estoy pendiente es del correo y de la S del skipillo. Cuando me entra un correo, aunque sea comercial, doy botes de alegría y no quiero ni decir cuando es alguno personal. Qué voy a decir del skypillo, cuando se ilumina porque alguien me está llamando, es que me muero del gusto. Y así no funcionan las cosas. Ya lo sé.

Por eso hoy me he quedado aquí, para relajarme un poco y apoyarme en cosas conocidas, familiares. Para leer un poco de un libro, que mi gran amigo "Buda", me regaló justo antes de salir de viaje, que pesa y he de regalar, junto con algún otro y para descansar y dar de dormir a mi muermo, que se diluya en las sábanas, que se vaya al rio y se lo lleve la corriente. 

He decidido tirar hacia la costa y, por el camino, pasar por una reserva forestal porque sé que a mí, ambos elementos me suben la moral. Van a ser de tres a cinco días de ir tranquilo, parar donde toque y vivir donde pueda, si no encuentro hoteles, porque también he decidido que quizás me estoy frustrando por no buscar, como siempre hago, mis pequeños tesoros. Aquellas cosas y sitios que, al vagabundear por aquí y por allá, voy encontrando. Sin ruta y sin destino.

Creo, en fín, que lo superaré, porque el viaje, en realidad, aún no ha empezado. Y, si no, vuelta a casita y a recorrer España (lo escribo y me dan ganas de salir corriendo al aeropuerto, jajaja) que los abueletes no estamos para estos trotes. ¿ O sí?. Yo sigo pensando que sí. Veremos.


Tras escribir esto, leer y dormir un poco, bastante más relajado, he salido a cenar y dar un paseo. Ayer cené en un mini puesto de la calle, llevado por madre e hija, muy simpáticas. Ya ayer me invitaron, cuando no había terminado del todo, a otro trozo de carne, además de la generosa comida que ya me habían puesto. Encima, pague tan sólo 90 cts/$. 
Hoy volví al sitio y se alegraron muchísimo de verme. Vino un joven a hablar conmigo que, para mi desgracia, apenas entendí ni lo que me decía ni lo que me preguntaba, pero estuvo divertido y ameno. A la hora de pagar, 0,60 cts/$. !!!. Encantadoras. Gracias.

niña voladora

un masajito es lo que hace a mi falta, el problema es que es fácil que te manden a uno de sexo, si preguntas dónde.

con mejor cara, cuerpo y mente

Y ahora veo las cosas un poco más claro, o sea, más positivamente. Mañana inicio de nuevo el periplo, pero a mi manera, siguiendo la brújula, pero sin meta concreta, de modo que es perfectamente posible que en unos días no disponga de internet y no pueda escribir.
Pero.... en cuanto pueda, os seguiré contando.