Efímeras abstracciones

Pasan los días a velocidades de vértigo y, de algunas cosas, apenas me entero. Empieza a ser del dominio público el dicho de que "estoy en las nubes". Y así es. No estoy ni aquí ni allí, a pesar de que, a regañadientes, voy cerrando etapas. Mi garito está prácticamente vacío, aunque aún quedan algunos flecos que solucionar.
El martes próximo, Rocinante y yo tomaremos clases de mecánica intensiva. El, poniendo su cuerpo a disposición de la ciencia. Yo, poniendo mis entendederas en aprender a mantenerle en condiciones. Me enseñará el maestro Jose Manuel, de Aravaca, cerca de la estación. Madrid.
Hoy, unos buenos y cariñosos amigos, me han regalado un chubasquero y una pequeña linterna de dinamo.  Me han dicho que para que me acuerde de ellos. Como no!. Gracias!!!
También intento aprender el idioma, y ahí pincho en hueso. De momento. Supongo que, una vez allí. la cosa cambiará.
Aún me queda conseguir algunas cosas del viaje: tomar una decisión sobre el asiento de la bici, ruedas antipinchazos o no, frenos de disco o v brake, hilo de coser azul o rojo, o quizás blanco... Miro y releo foros donde, con mil opiniones diferentes, llego a la confusión más grande que en mí cabe. Pasan los días.
Aún me falta la caja donde embalar y guardar a Rocinante. El sombrero de copa para las fiestas. El libro de cuentos para antes de dormir.
Pero me estoy dando crema hidratante para abrir bien los poros de la piel y absorber, hasta vaciarlo, el vaso de la vida que transcurra a mi alrededor.
Llegado el momento, tengo miedo, jajaja. O susto, diría yo. Miedo no. E ilusión. Mucha. Miro hacia delante con esperanza, pero me lanzo al vacío sin paracaídas, montado en Rocinante. El y yo y todo por conocer, descubrir. Quiero hacerlo. Queremos hacerlo.

Ya queda menos.