Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














miércoles, 30 de noviembre de 2011

Siem Reap. 31 km. Templos de Angkor.

Tranquilitamente, que tenía que despedir a la amiga Sia, de la China, me fuí esta mañana a Angkor, mi segundo día de entrada cara, jajaja. Hoy no tenía ganas de correr, además me duele ahora la rodilla izquierda, antes era la derecha. Se ve que tiene envidia.
He excursioneado tan despacio, en bici y andando, que sólo me ha dado tiempo a ver cuatro o cinco templos, incluido Angkor Wat otra vez, que el otro día, con tantos japoneses y demás estaba abarrotado. Sin embargo hoy había muy poca gente y ha sido un verdadero placer. He gozado como un enano. Además me había llevado una hamburguesa del hotel que me ha sabido a gloria, en la puerta Este de Angkor Wat. Y no he dejado tirado el envoltorio. Me lo he guardado en el bolsillo y más tarde lo he tirado a la papelera, jajaja. Para dar ejemplo, porque aquí, las cosas que no se comen se tiran al suelo.
El templo de Banteay Kdei, me ha encantado. Está muy derruido pero es precioso. La verdad es que parece que restauran poco, pero no me extraña, es que tienen templos a millones y de unos tamaños y con una piedras, que no es cosa de empezar a cogerlas y colocarlas una encima de la otra, porque son gigantes y pesan un montón. Pero restaurados, aunque sea con las piedras que están caídas, que no son todas, sería una gozada, tan grande, que por las noches tendrían que ir autocares a recoger al personal que nos abríamos quedado lelos de tanta impresión.
También he visto uno, pequeñito, de ladrillo. El único hasta ahora. Parece que éstos son anteriores a los de piedra. También precioso. Por fuera no me ha sorprendido demasiado, pero por dentro, la torre principal, estaba tallada con unas figuras muy guapas. Prasat Kravan, se llama.
Y hoy he visto monos. Qué curioso, porque hasta ahora no había visto ninguno por esta zona y hoy he visto bastantes (10 o 12, jajaja). Estaban viendo la puesta de sol, comiendo tan tranquilamente. No me he atrevido a acercarme a ellos por si me quitaban la cámara o me daban un mordisco, que nunca se sabe.
Cuando volvía, aún más tranquilo que cuando fuí, al cruzar un rio por el puente, he visto una noria de gran tamaño. está toda hecha de madera, excepto los tubos que recogían el agua, que eran de PVC. Curioso, porque tienen bambú y lo manejan de maravilla.
La única, pequeñita pega es que, cuando llegas a cualquier templo, tienes puestos de bebida, ropa, souvenirs, etc. Y te empiezan a perseguir durante un ratillo, intentado que les compres algo, con una voz tan lastimera y tan insistentes, que lo único que consiguen es que no les compres nada, pues te apetece salir corriendo. Si yo supiera camboyano, les diría que eso a los turistas no nos gusta. Que fueran simpáticos, como son ellos en realidad y alegres, que se contagia y facilita que te gastes los cuartos. Yo les digo que voy en bici y que no tengo parné, pero cuando ven a Rocinante, se carcajean y no pican. Es lo único que los hace reír. Tendré que escribir al gobernador y contárselo.



Sia y Joie, en la foto de despedida de Sia

Al fondo Angkor Wat, que está en Restauración con lonas

Angkor Wat, desde un lateral



Catamarán hecho con dos piraguas y que utilizan para sacar algas de los lagos

Prasat Krevan

Prasat Krevan

Bat Chum


Estanque lleno de verde

Banteay Kadei



Arrozales


niños en el árbol


Mono viendo puesta de sol
Con un grupo de admiradores de Rociante. Uno de ellos, me la quería comprar

1500 kilómetros llevan mis piernas y mi tripa como si tal cosa

¡Caray que barbaridad!. Poquito a poco los kilómetros van cayendo y la suma de ellos, que la acabo de hacer, me ha dejado tieso de sorprendido. Parece mentira lo que se puede hacer poco a poco, yo que soy tan impaciente. Si me lo digo hace 6 meses, es que me hubiera muerto de la risa, jajajaj, como ahora, pero por lo contrario.
Y la tripa sigue igual. No el peso, eso no, que ha bajado sobre 8 kilos largos, pero la relación tripa-cuerpo se mantiene. Mi amiga y yo estamos tan contentos, pero al cinturón, en breve hay que hacerle un agujero porque llevo los pantalones como los modernos, enganchados en el hueso de la cadera, enseñando calzoncillos.
Por lo demás, sigo igual de animado, bueno más, que los primeros días fueron muy, muy difíciles para mi espíritu. Ahora, lo que quiero es que me den el visado de Thailandia para salir corriendo de Siem Reap, que ya estoy hasta el moño de ella pero, parece, que aún me quedan entre dos o tres días más, para tenerlo en  mi poder. Después, para el norte, dirección Chiang Mai, para pasar el fin de año, si es que llego, porque cada vez está más difícil, teniendo en cuenta que creo que hay sobre 1000 km y que pararé para hacer alguna visita en alguna parte del recorrido.
Ahora voy a coger a Rocinante y me marcho de excursión, creo que a ver algún templo. Qué otra cosa puedo hacer, si aquí lo único que hay son templos, templos y templos. Al final, acabo monje. Lo estoy viendo. Ora pro nobis.

martes, 29 de noviembre de 2011

65 km. Siem Reap. Visita a los pueblos acuáticos y al bosque inundado (Roulos).

 






Ganas tenía ya de pedalear un poco en serio. A las 7 del a mañana, salíamos a ver el bosque inundado y el pueblo acuático que están en el lago Tonle Sap Lake. Con la fresca, porque aquí, en cuanto te descuidas, das un estornudo, desayunado unas frutas con yogur y muesli, la ropa limpia y cargadito de agua, que la comida ya la haría por el camino. enfilé la 6 en dirección contraria, jajaja. Como íbamos impetuosos, pues hasta que no me topé con los carteles que me sacaron de mi engaño, no me enteré.
No obstante, para confirmarlo, paré a preguntar y, efectivamente, iba que me iba en la dirección equivocada. Casi 5 km., de ida y otros tanto de vuelta. Es una pena, porque por aquí el tráfico era escaso y por el lado bueno era infernal, sobre todo por la polución. Pero no importaba, eran tantas las ganas que me habría dado la vuelta al mundo en dos pedaladas.
Una vez en el buen camino, la cosa era ir atento para no pasarme el desvío. Como quedaban muchos kilómetros, iba relajado pero, a pesar de ser pronto, el agua ya estaba un poco templada, así que paré a beberla fresca de un puesto. En ello estaba, cuando pasó un bicicletero a todo trapo seguido de un tuctuc.
Apuré el agua y salí ciscado a por él, buscando compañía y estímulo. Hidratado como una esponja, los alcancé en menos que canta un gallo, aunque tuve que emplearme, oscilando mi velocidad entre los 24 y los 29 km/h. Como comprobé después, el mantenía un ritmo constante de 21-23 km/h y el tuctuc pegadito a él. Me planté detrás del tuctuc, pero eso no me gustaba, así que en un ímpetu, le adelanté y me puse al rebufo del ciclista. Era un hombre más o menos de mi edad, quizás algo más mayor, que en cuanto me vio por el rabillo, empezó a acelerar, poniéndose de pie sobre los pedales. Rocinante se puso echo una furia y sin que pudiera impedirlo, aceleró tanto que le dimos tal lijada que aún le sangra el lado izquierdo, jajaja. Le saludé, eso sí, y el también a mí.
Pero estas cosas no me gustan, prefiero ser más cortés y educado, mantenerme tras él y dejarme llevar, porque se nota, y bastante. Pero Rocinante no estaba por la faena y, en nada, le sacábamos 100 metros.
Ocurre que Rocinante es una cosa, pero yo soy otra y, cinco minutos después, yo rendía el alma y tuve que reducir a 19-21 km/h. Y claro, poco a poco se acercaba. Menuda la hemos liado, pensé. Pero no hube de preocuparme porque se ve que a él le paso lo mismo y la distancia se mantuvo. Así fuimos unos kilómetros, hasta que paré a preguntar otra vez por mi destino. Entonces me pasaron.
Nos pusimos en marcha y otra vez que Rocinante empieza a acelerar. Ahora, los que nos sacaban 100 metros eran ellos. Más kilómetros, pero nos acercábamos poco. Pensando que ellos van al mismo sitio que yo, pues por esa ruta hay pocos destinos turísticos, o sea, de visita, espoleo a Rocinante, pongo los codos en el manillar para no ofrecer resistencia y, empujando con fuerza, nos ponemos a 29, 30, 31, 32, 33 km/h. Los cogemos en un santiamén, tiro de riendas y decido quedarme a rebufo del tuctuc. Ya vale de tonterías. Hasta que nos vuelve a ver al ciclista que, como antes, imprime una velocidad de crucero cada vez mayor. Y, cuando ya el tuctuc empieza a distanciarse de él, le paso y me pongo tras su bici. Iba nervioso, se ve, pues yo veía la cadena subir y bajar por los piñones sin sentido. Menudos pavos estamos hechos los dos, pensé riéndome. Pero ni le pasé ni se dejó pasar, así que hasta que no llegamos a un desvío, que el pasó de largo, yo no paré. Y el tuctuc, también paró conmigo.
El hombre, todo amable, se ve que estaba alucinando con el comportamiento de los dos y me preguntó a dónde iba. Se lo dije y..., te has pasado de largo, me dijo. Vuelve para atrás y, en la primera a la izda de asfalto, que veas, te metes. Mas o menos, tres kilómetros.  Nosotros vamos a Ben Mealea y luego le traigo en el tuctuc. ¡Vaya día!, jajaja. Me está bien empleado, por gilí.
Ya solo, paré en un puesto a tomarme un zumo de caña y, aprovechando el tirón, a comer en el puesto de al lado, donde la señora no cejaba de llamarme. Me senté a comer. Tenía una especie de crep que hacen de huevo y que están muy ricas. Luego, al doblarlas, las rellenas de hierbas, gambas pequeñinas y otras cosas. Coge un tazón y echa una, luego otra y luego otra y luego otra. Se ha vuelto loca, pienso. Cuando yo las he comido por otros sitios, sólo te ponen una. Las aplasta y les echa un caldito por encima, cacahuetes tostados picados y me lo sirve. Si me lo como reviento, pienso. Ya veremos que tal me cae. Y empieza a vacilarme. Me decía, creo, que me quedara en Cambodia con ella. Nos reímos un montón y cada vez está más lanzada. Empieza a darme golpecitos en el brazo y hablar con las vecinas, todas muertas de risa, igual que yo. Como me hago un lio con los palillos, me los quita de la mano y, en un alarde de amabilidad, empieza a darme de comer como si fuera un niño. Ella coge comida, me la lleva a la boca, que yo abro y, haciendo como los bebés cuando comen y diciendo haaaaaaAAAAAMMMM, engullo lo que ella deposita. Se desternillan de  la risa con el hammmm. Así, hasta que me ceba. Ya hay corrillo y todos se mueren de la risa. Después me dice por gestos que me cuidará mucho, que me arreglara el pelo y me dará caricias en la cara. ¡Qué morro tiene!, jajajaj. Ha sido genial. Qué falta me hacía relacionarme con ellos otra vez.
Muy bien comido, y muy poco cobrado, llego al fin de la carretera. Y taquilla. Hoy no hago ascos. Me piden 30$ por la excursión de dos horas y media en barco. Casi me da un patatús. Como me he quedado blanco, me dicen que si consigo un compañero, me cobran 20. A buscar compañero, me digo. Y, en eso, llega un alemán solitario. Como a él le dicen lo mismo, nos ponemos de acuerdo y nos hacemos amigos de conveniencia. Nos subimos a un barco que nos lleva por el lago, por pasillos acuáticos, entre plantas y arbustos, hasta un bar acuático. Nos depositan allí y no hay escapatoria. En el bar, nos ofrecen un paseo en piragua de madera, del país, por el bosque acuático. Tres dólares cada uno. Aceptamos. Menos mal. Qué bonito. Es como un bosque encantado. Lo lleva, con un remo, en la punta delantera, una chica joven que no sé ni como puede moverse entre las plantas. Tras un buen recorrido, volvemos al bar, nos montan en la motora y entramos en el grueso del lago Tonle Lap Lake. No se ven las orillas de enfrente ni por asomo. Parece que estamos en el mar.
Y después, volvemos a las taquillas. A Rocinante no le han quitado nada de sus pertenencias y nos ponemos de nuevo en marcha. Estoy tan relajado que me meto por un camino y llego a una casa donde están preparando los adornos para una boda. Es genial. Todo lo hacen a mano con cosas de la naturaleza.
De vuelta, me desvío para ver un templo, pero no llevo la entrada conmigo y no me dejan pasar. A casa. A comer un buen arroz y descansar, que ya es hora.
Pero antes paro en un puesto lleno de baterías. Aquí tienen problemas con la luz y, buena parte de ella, procede de generadores eléctricos a gasolina, por lo que la luz es carísima. La gente utiliza muchas baterías y todas las mañanas, las llevan a cargar. Por la noche, las recogen.




















lunes, 28 de noviembre de 2011

Siem Reap.

Hoy se han marchado los buenos amigos Guillermo y Melodie. Un tipo, como diría él, creo, fantástico. una persona muy muy agradable, generoso y viajero. Lleva más de dos años, me parece recordar, viviendo por el mundo, trabajando aquí y allá para poder viajar y acumular experiencias, la última etapa en Nueva Zelanda. Un cocinero, creo, fantástico y una persona excelente. Melodie, su compañera, como no, igual de encantadora que él, e igualmente viajera, con unos ojos y una sonrisa preciosa, me han hecho la vida muy fácil y agradable. Me han enseñado inglés pacientemente, una y otra vez, hasta que mi dura mollera encajaba la enseñanza. Su partida, me ha dejado patidifuso. De nuevo al viaje. Se acabó su protección, jajaja. Vuelvo a estar solo con mi pobre inglés. Pero hoy, he aprendido tres nuevas palabras y un verbo, lo que me sirve para poder hablar a little more, parece mentira. Progreso. Y, además, empiezo a distinguir las palabras. No las entiendo, no sé lo que significan, pero las entiendo y podría separarlas. porque antes eran un chorro de ruidos ininteligibles.
Hoy he interneteado como nunca. Horas y horas de ordenador, realizando rutas, estudiandolas. Subo por aquí, giro para allá, veo esto o lo otro, aquí duermo, por aquí entro y por allí salgo, jajaja. Tanto he navegado que me han venido a la cabeza los barcos y la mar. Me he imaginado navegando, con Rocinante en la cubierta de algún velero, por estos mares y se me ha hecho la boca agua salada. Hay una página llamada findacrew.net, en la que te puedes apuntar para ir de tripulante o trabajador en barcos de todo tipo. Y me he apuntado, jajaja, igual que a couchsurfing, donde puedes pedir a alguien que te de cobijo mientras viajas. El amigo Guillermo, se ha tomado la paciencia de traducir los campos de mis datos, del castellano al inglés. Mil gracias. Vaya, que cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas y hace amigos.
Mañana salgo con Rocinante. Tengo 2 opciones y aún no sé cual haré pero, desde luego, bicicletear seguro. Y, para rematar el día, veré una peli de las que me han dejado grabadas en el disco duro.
En cuanto al visado de Thailandia, me lo están tramitando para 2 meses. Fantástico. Eso me permite llevar un ritmo mantenible para mi salud pernil. En cuanto lo tenga, tercer país.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Siem Reap. Visita a la fábrica de sedas. 32 km.

Ayer dormí poco y no puedo decir que, en este viaje, lo esté haciendo mucho. O sea, que necesito hacer seda. Qué mejor cosa que ir a la fábrica de seda de la zona, que es una de las mejores del país. Pero no me sirvió de nada. estos Camboyanos, no son serios.
En lugar de enseñarme a dormir, mira tu por donde, me enseñaron a tejer, criar gusanos de seda, darle morera en abundancia, decirlos dónde han de hacer el capullo, convertir al capullo en hilo y a éstos en telas. Qué barbaridad. Y yo que pensaba que me encontraría tumbonas y buenas sombras, jajaja.
Fuimos en invencible grupo de ciclistas formado por los cuatro jinetes de Camboya: Guillermo, Meli, Colleen y yo. Ellos en bicicletas del país, yo en Rocinante, embrabuconado por no poder galopar y tener ue llevar el paso reumático de ellas, a pesar de que sus jinetes, imprimían un ritmo endiablado a los pedales.
Formábamos un curioso grupo, cestitas delante con zapatillas, aguas y otras necesidades, colores alegres y buen humor.
Nos hicimos entre ida y vuelta, 32 km., que a tenor de la nula experiencia de ellos y sus malas bicis ha sido considerada una gesta tan importante que, a la vuelta, los medios de comunicación estaban esperándonos.
Buen día con calor abundante y bien explicada visita a las instalaciones y al proceso de fabricación de la seda. Gratuito.
Como agradecimiento, no les compramos ningún producto, pero no porque no quisiéramos, que estábamos empeñados, si no porque no tenían cambio de nuestros grandes billetes. Lo sentimos en el corazón.
Y ya de vuelta, paramos a ver una boda y que nos invitaran a agua y también a que Melodie charlara con una vaca un poquito
Y sigo deshojando la margarita, que si Tahilandia, que si Vietnam, que si India, jajaja, qué se yo, qué sabemos nadie.
El visado a Thai, me cuesta 50$ y me lo dan por dos meses. Tardan entre cuatro y cinco días. Decidiré.