Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














domingo, 1 de enero de 2012

Phangnga City. 10 km.

Ya estoy en la barca, con la familia de la UE. Uno es francés, otra, alemana, y los dos restantes, suizos, más yo, que soy espanish, pues estamos todos, jajaja.
Finalmente vinieron a recogerme un poco más tarde de lo quedado y, cuando mis nervios empezaban a inquietarse de que se hubieran adueñado de mis dólares y me hubiera quedado sin paseo, el gentilhombre, apareció.  Tenía un recibo, pero tengo que reconocer, que si lo hubiera hecho yo mismo, habría servido para lo mismo. Es de risa.
A las nueve menos cuarto apareció. Habíamos quedado a las 8,30). Vino en su ranchera a buscarme y de ahí, me llevó al embarcadero y, tras otro ratillo de espera, me juntaron con la familia y partimos rumbo a lo desconocido.
Llevo conmigo el rancho, jajaja. Una cajita de poriespan llena hasta los topes de arroz con pollo y verduras. Por si acaso, me he traído unas galletas, vaya a ser que el hambre haga estragos. Nos montamos en la barca que tiene una quilla muy alta y no se ve nada hacia delante, así que voy girado mirando para atrás. El barquero, me increpa que me gire y, muy obediente lo hago, aunque no entiendo qué le importará. Quizás es más fácil marearse y no quiere problemas.
Avanzamos a toda máquina, propulsados por un motor exterior, con hélice aerotransportada, que traquetea y mueve la barca estupendamente, en todos los sentidos. Avanza y tiembla, todo a la vez.
Esto es un flipe auténtico. Nada que ver con las fotos. Aquí si que hubiera necesitado mi supermáquina. Con ésta, todo queda lejano y no se advierte la verdadera proporción de los mojones, con caídas verticales sobre el agua que parecen inventadas por un dibujante fantasioso y exuberante en la imaginación.
No dejo de hacer fotos y fotos, todas iguales y todas escasas en la emoción, pero no importa. Estoy tan abstraído y atrapado por el entorno que no puedo ni quiero parar.
Tras un rato, llegamos a un muelle flotante. Aquí nos descargan y, a los que lo pagan, les dan una vuelta en piragua bajo una gruta que está por debajo de uno de los mojones. Yo no he pagado, así que me han dado una hoja y un lápiz, para que me entretenga haciendo dibujitos. Mis compañeros de viaje, que han ido, me han contado que, en realidad, es un sacacuartos, jejeje.
Muchos más barquitos empiezan a llegar y algunos, más pequeños, se meten directamente en la gruta. Menudo morro. Y sin pagar los 150 bath.
Nos subimos de nuevo en la barca y parece que toma que el camino de vuelta. Me han timado, pienso, el paseo era de ocho oras, supuestamente, y llevamos dos y pico. Pero no. Lo que hace es rodear un mojón y enfilar mar a dentro, hacia otras islas. Cada vez es más impresionante y me voy quedando sin carrete, pero todas son iguales, jajaja. Avanzamos por aquí y por allá. Por fín, el mar es amplio y se vislumbra, a lo lejos un velero. Hay viajeros navegantes. Pensaba que era inexplicable que no los hubiera.
En uno de los mojones, hay una pequeña cala. Muy pequeña. Y la barca enfila hacia ella. A toda máquina. Nos miramos aterrados los cinco pasajeros. La barca sigue fiel a su rumbo a la cala traqueteando con el motor a todas las revoluciones. Nos acercamos peligrosamente. Sigue avanzando mientras miramos con fijeza al patrón. Pero no se detiene. Estrella la quilla contra la arena, quedando ésta envarada. Sin embargo, ha sido muy suave la arribada. Y apaga el motor.
Nos dice que hay una cueva, nos da unas linternas y hala. A investigar. Subimos una escala de madera mal hecha y nos internamos en la cueva. Una maravilla de la naturaleza. Como somos cinco, y todos llevamos linternas de minero, la luz es abundante y disfrutamos del encanto de la cueva.
Cuando salimos, nos entraban unas esterillas y la comida. Y después, un baño para los que se han traído el bañador, que no es mi caso, jajaja.
Y seguimos avanzando. No se cuántas millas habremos avanzado, pero muchas. Y llegamos a la isla de James Bond. Es aún más bonita de lo que había visto, pero estaba llena de gente. Cientos de personas en un espacio reducido. No obstante, no deja de ser impactante. Recorremos lo recorrible, algunos hacen pis, y volvemos a nuestra barca, tras muchas millas, detenernos en un pueblo flotante musulmán, un auténtico mercado para guiris interminable. Me dedico ha hacer fotos.
Nuevamente en la barca, nos depositan, finalmente, en el embarcadero de origen, donde en una jardinera, me llevan a mi bici.
En un rincón, apartado, pero a la vista, me pongo el culotte y me llego a la ciudad, 10 km., de nada, en busca de un lugar donde pegar la oreja. Y me voy de fiesta, que para eso es fin de año. O sea, a cenar, dar una vuelta por un market lleno de gente festiva, con concierto y todo y volver al hotel, para escribir y tal.
Y ahora, hace un momento, a las 12, han empezado a tirar cohetes y me ha dado un subidón. Con la cerveza en la mano, he brindado por todas las personas a las que quiero y les he desado un feliz año.
FELIZ 2012!!!.











































La familia con la que viajé

















2 comentarios:

  1. feliz año papi!!! muy bonitas las fotos, tienes muy buena cara!! esa piedra me suena, yo tambien estuve alli, en la roca de james bond. Seguro que disfrutaste mucho el paseito en barca hasta alli, ein?? un besazoooooo

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  2. Feliz 2012, hoy tu relato me ha sonado a pelicula de piratas... ¿te imaginas?

    Un abrazo.

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