Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














domingo, 15 de enero de 2012

Kho Lanta-Khlong Phon. 61 km. Thailand. Tailandia. Bicicleta

Una lágrima en un ojo y una sonrisa en el otro. Asé he salido esta mañana, después de despedirme de mis amigos y su casa, donde he sido uno más durante los días que he pasado con ellos. Anoche, último día, estuvimos en la playa tomando unas cervezas, lanzando un globo al aire y charlando hasta bien tarde y, esta mañana, no podía levantarme.
Pero había que hacerlo, así que a las 9, más o menos, encendí todos los motores de mi cuerpo y, como un autómata, puse la brújula dirección café, plátanos, tostadas y agua, curiosa combinación que despertó mi espíritu y ánimo, aún dormidos.
Rocinante estaba inquieto. No sé que tiene Rocinante que, aunque no le diga nada, se entera de todo. Esta mañana, cuando he salido al jardín, mas dormido que despierto, le he visto todo inquieto y saltarín. Le he dicho: "¿Ya lo sabes, eh, listillo?", y él me ha dado un empujón cariñoso, reconociendolo.
Así que, tras enjaezarlo y disponerlo todo, nos hemos hecho una foto de recuerdo los que estábamos allí en ese momento, que pensaban que en un par de horas, estaría de vuelta y, más despierto que dormido, he cruzado el umbral de la puerta, dejando atrás a personas estupendas, caminito de Jerez, que diría aquel, aunque en realidad es, caminito de Malasia.
Rocinante y yo hemos pasado por lugares conocidos todo el camino, casi, solo que al verlos al revés te parecen distintos. Y de nuevo, la sensación de expansión de mi ser. Que agradable sensación, cada vez que  arranco de una parada de algunos días. Es un oxígeno el doble de enriquecedor, las células se abren, el corazón se hincha insuflando sangre a toda máquina, los ojos se abren más, los oídos despiertan de su letargo, brazos y piernas exhiben su utilidad y la naturaleza pone el resto. Así, la brisa de esta mañana, tiene un frescor diferente y cautivador, que trae olores a tierras mojadas, anticipo de lo que vendrá después.
Cómo hemos salido de encogidos y que gran despliegue hemos experimentado en cuanto hemos tocado el camino.
Primero, recorrer la isla hasta llegar al primer Ferry, después, recorrer la segunda isla, hasta llegar al segundo Ferry y, por último, recorrer los kilómetros hasta llegar a mi carretera, la 4. Y pronto, tras bajarme del segundo ferry, vi una franja de carretera empapada. Ops!. Iba por carretera seca, franja empapada y carretera seca de nuevo. Jajaja. Antes de que pudiera sacar ninguna conclusión, pequeñas gotas avisaban de que el día sería un pelín húmedo.
La lluvia, suave se ha ido y venido durante todo el viaje, pero en general, he ido más mojado que seco. En un pueblo que he parado a comer, creo que me han quitado la botella de agua con su funda aislante que mantenía el agua fresca 3 o 4 horas, mínimo, fresca, en horas de calor agobiante. La he podido perder por el cxamino, pero 99 de 100 que no, por como la llevo. He visto una señora al lado de Rocinante, que estaba bajo un tejado de una casa cerrada, abandonada, tapado de la lluvia. En fín, que si ha sido así, qué se le va a hacer. Afortunadamente voy por países donde comprar agua en cualquier momento, es fácil.
Y, como salí tarde, pues pronto el día empezó a caer. Cuando estoy en Khlong Phon, ya bastante tarde, oigo tambores retumbando en el ambiente. Y también veo un resort con pinta de bueno y caro.
Los tambores tienen sonido de llamada. Sus repiqueteos, subiendo y bajando de volumen así me lo indican y no me queda otro remedio que ir a buscarlos.
La ventaja de buscar a un tambor es que siempre lo encuetras, mientras no deje de sonar, claro. Cuendo dí con él, formaba parte de una comunidad de chinos thailandeses que estaban celebrando su.... año nuevo, me dijo uno. Pero, luego, otro, me dijo que no, jajaja. Así que lo único que se es que era una fiesta.
Me quedé muy impresionado. Según llegué, lloviendo, me llevaron a un comedor a que comiera cuanto quisiera. Había perolos de comida y tu te servías. Cuando terminé el arroz con cosas, me trajeron de postre un dulce que, aunque visualmente no era agradable, estaba de chuparse los dedos.
El tambor no dejaba de soltar ese potente y repetitivo sonido y algunas personas empezaban a entrar en trance. Qué suerte tengo, me digo otra vez!.
La cosa, sabe Buda como es, pero como yo lo ví, es así: Una vez están en trance, se dirigen a un poste o palo que está clavado en el suelo. Allí, van haciendo agujeros, grandecitos, en la tierra, alrededor del palo y van depositando papeles escritos y sangre que sus lenguas, en donde se han hecho uno o varios cortes con un cuchillo de grandes dimensiones, va soltando. Y van echando arroz. Los protagonistas, vestidos de distinta manera, están en su mundo. Luego, hacen una gran pira con cartas escritas en ese momento por las personas y todo ello, lo rodean con una gran cantidad de troncos que, haciendo un pasillo, van depositando alrededor del palo principal. No tengo buenas fotos, es una pena, pero era un ser extraño en medio de algo muy ritual y no quería inmiscuirme demasiado. Tras toda esta labor, prenden fuego a la pira de papeles que había quedado cubierta por los troncos. Después, tiran a un gallo, a la cima humeante y el gallo, lógicamente, en cuanto ve el percal, se larga.
Ya era de noche y no tenía casa, así que me tuve que ir en busca del buen resort que había visto, pues no vi otro. Cuando llegue, me quedé impresionado. Es un auténtico lujo. Casitas alrededor de un lago, con todas las comodidades, piscina, jardines de ensueño. Todo brutalmente bonito. Se me pusieron de corbata. Vino un hombre a informarme y me dijo que costaba mil y pico bath. Lloré mi mala suerte y se compadeció un poco. Me lo rebajó hasta los 800. Un pasote para mí, pero sin otra posibilidad, así a una de las casas.
Cuando estaba en el jardín, viendo correos e intentando conectarme con mi familia, que no fue posible, jajaja, vino el dueño y empezamos a charlar.
Le conté y enseñé las fotos de lo que había visto de los chinos y me dijo, que después, cuando los árboles se hacen brasas, pasan por encima de ellas. Se me pusieron los ojos como platos y le pregunté que a qué hora pasaba esto. Eran las 21. Hizo una llamada telefónica y me preguntó que si quería verlo. Afirmativo, dije. Pues te llevo en mi coche y te acompaño, me dijo.















































El es chino, también, así que cuando llegamos, fui mejor, aún, recibido. Y eso ocurrió. El primero que lo hizo, no esperó ni a que la brasas estuvieran hechas. Sobre la pira, la escaló, y paso al otro lado. Huuuuum!. ¿Quieres hacerlo tú, me preguntó mi anfitrión?. Ante mi respuesta afirmativa, se quedó estupefacto y, arguyendo que quería cobrar la habitación, me recomendó que no lo hiciera. Le hice caso.
A las 23,45h., me agarró del brazo para volver, y no me soltó hasta que estuve metido en el coche y los seguros de la puerta bien cerrados, jajaja. Y a dormir.
Esto está escrito por la mañana, así que hoy, iré con un poco de retraso, jajaja.












1 comentario:

  1. Que san juan mas llamativo todos vestidos igual jajaja . Tenias que haber cruzadojajaja.muchos besos de lucas y guille no paran de dar la brasa con unas trompetas .

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