Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














lunes, 2 de enero de 2012

A 22 Km. de Kravi-Ao Nang Beach (Kravi). 51 km. Thailandia. Tailandia

No ha parado de llover en toda la noche. Mal presagio para la mañana, que se ha cumplido a rajatabla. He dormido y despertado, montónazo de horas y de veces. La lluvia, dormir en el suelo y el calor que he pasado por estar metido dentro del saco, han generado una noche intermitente. A las 7, el despertador de mi nuevo reloj, de tres dólares, me ha llamado la atención, así que me he levantado diligentemente y me he ido, mojándome, a los aseos, o sea, el cuarto, con un chino y una pequeña pila llena de agua. En ella, hay un cazuelo, con el que te echas agua y te duchas. Hecha la higiene, a recoger los enseres y partir.
Al rato, mientras recogía, apareció el jefe, que me trajo unos bollitos y una botella más de agua. Con lo que caía!!!. Y, cuando ya me iba, me dio un par de kilos de plátanos para el camino. Gracias!!!.
Con el impermeable de arriba, la gorra y sobre ésta el casco y las gafas como limpiaparabrisas, enfilé la 4, mi amada y odiada carretera. Llovía bien, pero no había otra. Quedarme en el templo, significaba que me tenía que ordenar monje y, como aún no me sé la lección, tenía que irme.
Si cuando salí, llovía, más a delante, jarreaba. Me he puesto como una sopa. Los pies escurrían agua a mares, el pantalón era un pegote de tela pegado a mis piernas y el impermeable, que me hacía sudar por dentro, en contraste con el frio de fuera, me daba escalofríos. Había que pedalear deprisa, para que el cuerpo cogiera temperatura, pero el agua de los coches, la propia lluvia y la falta de visión, lo hacía peligroso.
Avanzaba como podía, con la luz trasera encendida, y lo más pegado al exterior del a cuneta, para alejarme de los coches, pero por ahí, el agua que corría era mayor y me salpicaba por todos los lados. Un poco más de agua a mis empapádisimos pies.
Cuando llevaba, no sé, veinte o más kilómetros, vi un campo de entrenamiento de golf que, lógicamente, estaba cerrado, pero tenía una gran sala cubierta y sin un alma. Me metí dentro, para comer algún bollito que me sobró del desayuno y para relajarme un poco.
Fisgoneando por aquí, y por allá, vi un tarro de ahuyenta mosquitos, idéntico al mío, pero lleno, justo lo contrario de como estaba el mío. Con un brazo, me sujeté el otro que, inevitablemente, se dirigía a por el tarro. Luché a brazo partido. No hubo manera. El brazo partido perdió la pelea y el brazo restante, se hizo con el tarro, que luego, hábilmente, sustituyó, por el gastado, jajaja. ¿Qué pensarán cuando vayan a usarlo?. Mismo tarro, pero vacío. ¡Estos brazos míos!. Perdón, no obstante.
Quiero dejar claro, que es la única vez que el brazo partido a perdido la pelea. Con las fantas, siempre la gana.
Con una gran sonrisa, otra vez a la lluvia. Y, por fín, un desvió que ponía playa. Ya era hora. 16 km., más. Cuando llegué a la playa, me indicaron que esa zona era una cutrez y que me fuera a otra, donde estoy. Y otros 4 o 5 km más. Estaba, la verdad, un poco harto, de la lluvia. Quería quitarme toda la ropa mojada y tumbarme, parar ya.
Por fín llegué al pueblo, todo turístico y lleno a tope de turistas. Encontrar un alojamiento, de cabaña, a buen precio, me ha costado bagabudear y preguntar, por lo menos en 15 o 20 sitios. Al final, uno de los que había preguntado al principio, que cobraban 600 bath, pero que me lo rebajaban a 500, por buen chico,  ha sido el elegido y el más barato, con mucho. En la búsqueda, como la lluvia era abundante, había zonas inundadas. Y en una de ellas, me he quedado atascado con Rocinante, en medio de un gran "riachuelo". Pie a tierra, que más me daba ya, y a salir empujando.
He entrado en la habitación, me he despojado de los trapos mojados, he vaciado los bolsillos y, horror, el pasaporte, que iba dentro de una funda de plástico, pero sin tapa, empapado. Me he quedado muy impresionado. Retorcido, con las hojas mojadas y los sellos.... afortunadamente, legibles. Menudo problema si se hubiera corrido la tinta con la fecha de entrada.
Ducha y dormido en la cama. Ahora, estoy, en el porche. No tengo ropa. Está toda empapada y la he dejado en la lavandería, porque con la humedad, si la lavo yo, tres días.
Y mañana, con ropa seca, y más descansado, saldré a dar un paseo, ver la playa, que creo que la hay y disfrutar del tiempo seco, si no llueve.








1 comentario:

  1. Feliz Año 2012 Juan¡¡
    y mucho ánimo en tu gran aventura
    (vemos que te está siendo útil nuestro regalillo ;-))

    Abrazos,

    Gemma

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