Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














viernes, 20 de enero de 2012

Langu-Satun. 63 Km.4.028 KM. Thailand. Tailandia. Rocinante. Bicicleta

He dormido en casa de Sawang y su familia. Ayer, entré en su tienda para comprar una pilas y entablamos conversación. Me preguntó dónde iba a dormir y, casualmente, fue uno de los poquísimos días en que, a esas horas, aún no lo tengo resuelto. Les dije que iba a buscar en ese momento y me invitaron a su casa. En principio, interpreté que tenían una habitación y que la alquilaban, así que pregunte que cuánto y se quedaron estupefactos. Luego pregunté que si tenían internet y me dijeron que sí.
Al instante,  me di cuenta de que era una invitación y acepté. Me invitaron a cenar, charlamos, me prepararon la ruta del día siguiente, me  dejaron ducharme y después de todo a dormir.
Sawang tuvo la amabilidad de compartir su gigantesca cama conmigo, y nos dormimos con la música thailandesa de la radio, igual que el despertar. La música es muy dulce, así que resulto fantástico. Tras unos ricos churros con cafe, me llenaron las botellas de agua fresca, nos hicimos la foto de despedida y partí.
Hice el primer tramo de 50 km., como un avión y, a las 12, estaba casi en mi destino. Me faltaban 13 km, paré a comer y me entretuve en todo lo que pude.
Cuando llegue a Santun, fui en busca de una guestahouse que los amigos belgas me habían recomendado. Me costó un montonazo dar con ella, con lo que fui conociendo la ciudad. Estaba llena. A buscar otra. En esta ciudad, es mi opinión, la gente tiene el carácter un poco más cerrado y la mirada no es tan limpia como en el resto.
Encontré otra que me dijeron que tenía internet, pero a la hora de la verdad, no era así. Pedí que me devolvieran el dinero y a buscar otra más. Y aquí estoy. Preparado para pasar a Malasia y conocer un nuevo país, en el que parece que la lluvia es una gran protagonista.
También hice una visita al que es el último templo Budista de Tailandia, para despedirme de mi amigo Buda, que estaba todo repanchingado y sonriente. Me deseo lo mejor y yo le pedí, que cuide a otros viajeros como me a cuidado a mí, jajaja. Y, para evitar envidias, a uno chino.
Y una cosa que también ha cambiado, es que hay cabritillas en casi todas las casas. Bueno, en algunas, jajaja, además del consabido pájaro, que ese sí que se puede decir que es en todas.
Para terminar, es curioso, pero me invade una especie de melancolía propia de las despedidas, que no recuerdo haber sentido en otros cambio de país, pero todo lo que veo, lleva el sello de "hasta otra".

















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