Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














martes, 31 de enero de 2012

Alor Setar-Nami. 59 Km. Malasia. Malaysia. Capitannolas. Bicicleta. Rocinante. Viajar


A pesar de levantarme cuando ha sonado el despertador, a las 7, he salido a las 12,30, o algo así. Primero, he ido a sacar los "cuartos" (dineros) del banco, tras la larga espera de cinco días para poder hacerlo. Pero, afortunadamente, esto es Asia, y el procedimiento se ha dilatado casi una hora, a pesar de tener todo en orden, jajaja. También es verdad, que durante todo ese tiempo, cada mirada que me encontraba, contenía una sonrisa y un saludo. Una horita de sonrisas, es algo a lo que uno, no está acostumbrado. Y vale la pena intentarlo. De verdad. Pero hay que cambiarse el chip. Con el chip de 2300 Ghz, turbo y doble tubo de escape, con el que estamos acostumbrados a vivir, no se puede ni intentar, o sería peligroso. Hay que buscar un chip de los 286 de antaño. Una vez instalado, veremos que las cosas corren más lentas, con mucha parsimonia, incluso con pausas involuntarias. Ahora esa mirada se mantiene durante unos segundos, o los párpados se cierran y abren despacio, la sonrisa es más duradera o esquiva... El tiempo pasa, pero pasa despacio, ayudándote a ser consciente de las caras, de las miradas, del mobiliario, de la ropa. Ves detalles que habitualmente no percibes. Una experiencia.
Acabado el experimento, fui a tomarme dos tés con leche, para acelerar un poco el proceso. Con el nuevo ritmo, volvía la habitación, a recoger y empaquetar todo en las alforjas, bolsa de los tesoros, etc. Revisión de habitación antes de salir. Ultima revisión de habitación, una vez he cargado todo en Rocinante. A excepción, claro está, de la bolsa de los tesoros. Esto lo hago, porque a pesar de la primera revisión, me dejé el cepillo y la crema de los dientes en uno de los últimos acomodamientos. Así es mi aprendizaje. A golpes. Ahora llevo la llave del candado de la bici, atada a una cuerda, la bolsa de los tesoros forma parte intrínseca de mí, la cartera y el pasaporte, los toco cada día varias veces, etc.
 Como la mañana ya llevaba una inercia por si sola, también he ido a cambiar los billetes que me habían sobrado de Vietnam, porque ocupaban y no tenía sentido mantenerlos, pues mi ruta, dificilmente pasará por allí. Y dado que cada vez que los he ofrecido a algún viajero que pensaba llegar a allí, se ha hecho el sueco, pues a cambiar y asunto vietnam terminado.
Un poco más "rico" y hambriento, sobre todo hambriento, me merecía una comida estupenda. En un "restaurante" muslim, he comido un arroz con pollo y diferentes salsas (que hoy me han puesto en platitos, para que me pusiera de la que quisiera). Lo de los platitos, y el pollo, vino de segunda vez, jajaja. De primeras, te acercas a la "cocina" y dices lo que quieres. Yo pido nasi (arroz) con lo que ellos quieran. Se quedan un poco pasmados, (igual que yo) pero en cuanto ellos me preguntan ¿de ésto?, sea lo que sea y aunque no tenga ni idea de lo que me ha dicho, siempre digo que sí, con lo que me encuentro con platos, cuya base es arroz, pero cuyo relleno varía enormemente, jajaja. Y eso produce, en ocasiones, grandes carcajadas por parte de ambos. Yo creo que más de una vez me han "puteado", aprovechándose de mi ignorancia, jajaja. Tienen buen humor estos malasios. En cuanto a hoy, me lo he comido todo. Me he echado todas las salsas y los contenidos sólidos de éstas y estaba, nuevamente, muy sabroso y picante. Yo no se si cada vez le ponen menos o yo cada vez estoy más acostumbrado, pero ya pido picante adrede y nada. De momento. Cualquier día, en cuanto dé con un gracioso con buen humor, me voy a enterar.
Encontrar una oficina de cambio, me ha costado lo mío, ya que algunos seguían de vacaciones y los bancos, la moneda vietnamita, no la conocen. Cuándo preguntas que si cambian, dicen ¿qué?. Mientras iba y venía, en función de los consejos de visionarios y conocedores reales, he visto una tienda de bicis y, puesto que un ratillo, iba a ser más rico, todavía, pues he decidido comprar la tija del asiento nueva, regulable a décimas de milímetro, porque mi culo, es muy señorito. Pero mira tú, por donde, que no tenían más que el mismo sistema que llevo yo, que es de rayitas que se encajan entre sí, pero un poco mejor. Para seguir casi igual, el dinero en mi bolsillo, he pensado. Y si llevo cuatro mil kilómetros con él, porqué no otros tantos. Por cierto. Alguien me puede decir (y no miro a nadie, jajaja) ¿cuanto duran los neumáticos, más o menos?. Gracias adelantadas a ...(y no miro a nadie).
La mañana se había ido a hacer gárgaras y el sol ya apretaba de lo lindo. ¿A qué me quedo un día más?, he pensado. Pero Rocinante, que me ha leido el pensamiento, ha cogido galope y no ha parado hasta un puesto de caldos de coco y caña de azucar, que ya estaba fuera totalmente de la ciudad (parece que por aquí, es moda). Me he tomada primero el de caña, que estaba muy fresco y apetecible, y luego el de coco, con su pulpa. Un buen vaso de cada uno. A la sombra de la sombrilla de la señora, que estaba en la cuneta, con la furgoneta. No se me quitó la sed, a pesar de ello y es que el calor y la vagancia hacían mella. Seguí dándole duro. La carretera, de momento, era de dos carriles en cada sentido, sin mucho tráfico, pero suficiente y pequeñas subidas y bajadas.
No mucho después, otro puesto, este de cocos, nada más. Como digo, seguía con sed y aquí, además, en el propio agua del coco, te ponen la pulpa, que es suave y cremosa. (por la especie de palmera). 
Volvía a parar. Aquí, te ponen una jarra de un litro, con su pulpa. Se me hace la boca agua de coco. Pido una jarra, que está divina. Como y bebo, elevándome, en cada trago un palmo del suelo. Los dueños, una pareja, sin niños (el se llama Del), entablan conversación conmigo. Hablamos del viaje y me pregunta que si quiero más. ¿Cómo voa a declinar su oferta?. Sería de mala educación. Así que me pone otra jarra, que como y bebo feliz, hablando con ellos mientras planeo y me doy cabezazos con el techo del kiosko. Cuando me voy, me he bebido dos litros y medio, más o menos que, por supuesto, se niegan a cobrarme.
No hago más que subirme en Rocinante y una brutal hinchazón de tripa casi me impide pedalear. ¡Oh, montes perfumados!. ¿Porqué seré tan poco comedido?. Una medio arcada, se me viene, junto con un gas. Me siento pesado y gordo. Con la tripa encajada en el manillar, negocio como puedo las curvas, mientras pienso que, si me esfuerzo, al sudar, echaré todo ese agua por mis poros. Intento sudar, pero es que no puedo con mi alma. Me siento inflado y las cuestas, me las subo en 1ª,jajaja, porque no puedo en otra. Ni quiero, la verdad. No me siento muy bien. Pero qué rico estaba. Sigo pedaleando y el tiempo juega a mi favor. Poco a poco, me voy sintiendo mejor. La carretera, ha cambiado, ahora es sencilla y tiene curvas más cerradas, pero he conseguido desencajar la tripa del manillar lo suficiente para desenvolverme con soltura. Es una joya de carretera. Subidas y bajadas por un paisaje precioso y poco tráfico hacen que se me olviden los problemas gástricos. 
Y se va acercando la noche. En Nami, me han dicho que hay una home stay estupenda, con agua caliente y todo (no me hace falta, pero le dan mucho valor). Cuando llego a Nami, anocheciendo, pregunto y me dicen que está a 10 km. Se me hace de noche, seguro, y encima 50 de éstos dólares. ¡Y un jamón!, razono. Paso la noche donde pueda. Total, parece que eso va a ser así sucesivamente y así entreno.
En la gasolinera, me ofrecen un espacio con techo, una especie de "cenador" de bambú. Tiene esterillas y dos cojines para el coco. A mi me vale, así que me voy en busca de cena, que de eso no tengo. Cuando encuentro la cena, justo enfrente, zás, templo.
Saludo a mi amigo y busco un monje. Me dice que naranjas de la china. Me hago el sueco y el se hace el don tancredo. Transcurrido un rato, me dice que no entiende inglés y yo le contesto que, lo siento, pero que tampoco entiendo malayo. Le hago el signo de dormir. Insiste en que no sabe inglés. Su perro, está entrenado contra forasteros. Noto como si me royeran el tobillo, cuando miro, veo al puñetero perro morderme, pero como tiene miedo, lo hace desde lejos, con lo cual me roe. Como ve que no le digo nada, empieza a morderme. Le doy una guantá, suave, en el hocico. Y se revuelve. Ya tenía yo ganas de que esto pasara. Desde Thailandia, los perros, salen a tu encuentro ladrando como locos, intentando morderte. Generalmente, les bufas y se van, pero no es agradable llevar a un perro a tu izquierda y a los coches a la derecha. No les he sacudido, por mi amigo veterinario, pero me tienen harto, jajaja. Así que este era el momento de desquitarme. Me ataca, pero antes de llegar a mí, salto a por él, como loco. Lo ve claro y sale por pies, pero vuelve a atacar por otro flanco. Veo un tubo en el suelo, lo cojo y voy a la carga.  Este cobra. El monje, no dice nada, sólo mira. El perro sale por pies, pero yo no me rindo. En cuanto se para, me tiene al lado, así que pone larga distacia de por medio. Le chillo y le amenazo palo en alto. Por fín se aleja. Vuelvo a la charla con el monje y le aclaro que me ha mordido. Retomamos la conversaciçón de la dormida. Me tumbo en el suelo y me hago el dormido. Por fín se rie. Vamos a ver el compañero. Sólo he visto a estos dos monjes. El compañero y él, deciden que me meta en un cuarto bastante poco agradable, teniendo a mi disposición, el campo y la gasolinera. Acepto, no obstante. 
Cuando me quedo solo, voy a ver a mi amigo. Le cuento lo que me ha pasado y el cuarto que me han dado. Me tranquiliza y me dice que, cuando pides algo a alguien, lo que te den, sea lo que sea, siempre es más de lo que tenías y has de estar agradecido y no juzgarlo. Cabizbajo, por el cariñoso rapapolvos que me ha echado y dándole la razón, empiezo a buscar otro sitio, sin enjuiciar, para nada, el que ya tengo. Y encuentro una mesa, bajo un techo, de mi tamaño. Este va a ser mi dormitorio, para esta noche. Además, tiene un fluorescente justo encima y que se ha encendido, al darle al interruptor, que me sirve para montar el chalet, jejeje. Con el cantar de los grillos y la cercanía de Buda. Mejor imposible.


Mi "habitación", en un templo budista



Con la familia que me obsequio con Agua de coco y me puso hasta arriba. Gracias





cigarros 

Hambre voraz




mis carreteras


"papel de fumar" (bajo sus dedos), de hoja vegetal. Natural 100x100 y tabaco puro, sin aditivos

Dormitorio

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