Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














sábado, 31 de diciembre de 2011

Thai Mueang_Phangnga costa. 68 Km. Thailandia. Tailandia

Hoy sí que ha hecho calor, joé. Me he puesto los brazos como un conguito porque Lorenzo ajustó su lupa para achicharrarnos bien. Y lo malo es que no me he dado cuenta hasta ahora, al llegar al hotel. Hoy podría resumir el día como la búsqueda de las islas esas tan bonitas que protagonizaron la pelo de James Bond, ese hongo y sus vecinas. Me he metido por carreteras y nunca he conseguido llegar al mar. A lo más que llegas es a un embarcadero en especies de lagunas grandes, donde todos están relamiendo los dientes para que les des tus bath por darte un garbeo en la barca. Así una y otra vez, pero si conseguir ver el agua del mar ni las dichosas islas. En una de esas búsquedas, me he metido en casa de una pareja, que me han dado agua fresca y hemos estado hablando un rato. Esa laguna que se ve, es toda suya y crían peces. Quieren, cuando tengan dinero, hacer bungalós flotantes.
Al final, me he metido por una carretera y tras mucho preguntar, he conseguido que, como un guiri más, me lleven de paseo todo el día, más o menos 7 horas, con parada en un parque nacional, que es una de las islas. Con comida y agua, o eso dicen. Seguro que mañana paso hambre, pero desde luego, no estoy dispuesto a irme de aquí sin ver esos mojones desde cerca. Una vez es una vez y hay que verlo. El costo, 30 dólares y vamos en la barca, 5 o 6 personas. Todo esto es según dicen, porque mañana puedes ser que ni vengan a buscarme y la pasta haya volado. A cambio, he renunciado a una habitación con internet por una más barata e irme a un cibera, donde he regentado y me dejan trabajar con mi computer.
De Phuket, me he despedido, sin ni siquiera llegar. El "amigo" que me alojaba, se ha ido de paseo a Camboya y ya era tarde para iniciar otras gestiones, porque esto lleva su tiempo, parece que no, pero es así. Así que, cuando he llegado al cruce, donde elegías la isla o continuar para abajo, he tirado hacia Malasia y aquí estoy, en Phanghan, la de las islas.
Aún no he debido llegar a lo turístico, porque excepto las barcas, donde llegan millones de autocares y furgonetillas de turistas, no se ve a un alma extranjera, que no sea la mía, afortunadamente. Y mañana, si puedo, quiero encontrar un bungaló guapo y en buen sitio, para instalarme unos dos o tres días de descanso, lavadas de ropa y saludar el año nuevo con tranquilidad, haciendo turismo, bañandome en el mar y estando relajado contestando mails y otras cosas, que hay personas a las que tengo abandonadas y me apetece saludar.
Me he comprado un teléfono barato para ir más tranquilo y poder llamar o que me llamen en caso de necesidad, pero como todo, me entero de la mitad y la otra mitad, me sorprende más que la primera. Es una monada, no tiene ni la pantalla de colores y tampoco se bloquearlo, así que igual se me ha ido el saldo en el bolsillo. Tendré, esta noche, que comprobar el asunto.
En un templo, ya bastante cerca de Phanghan, había una gran figura de un respetable señor. Cada vez son más grandes y espectaculares y el templo, en general, aparte de no haber visto a un solo monje, es una pasada. Las figuras que tienen dentro de las salas, son hiperrealistas. Vamos, que me he dado tal susto, que cuando me he asomado  y he visto a unos señores, tamaño real, orando y en meditación, casi les pido perdón por la interrupción. Pero tenían la vista tan fija que, cuando he mirado si movían los pulmones, es cuando me he dado cuenta que eran de pega. O están disecados. Ya me diréis si estoy exagerando. Y había un montón de ellos. Supongo que cada uno es una persona conocida, pero como no hay explicaciones ni folletos, no guías que te expliquen, pues me quedo a dos velas.
Mira que voy pendiente de ver a las gentes manipulando el látex y procesando, pero no hay manera, a pesar de que ya van muchos kilómetros de cauchos y caucheras. A pesar de todo, no dejan de impresionarme y hoy he visto, en unos árboles, que han manado tan deprisa que han vaciado los cuencos y los nuevos estaban casi llenos. He cogido una masa de esas blancas y es como goma, blandurria, pero no se te cuelan los dedos en su interior. Y los mojones, también están tierra firme.  Suben disparados para el cielo de manera abrupta y el paisaje que generan es muy sugestivo. Tanto como esas espinas tamaño bárbaro que tenía una planta que salía entre los cauchos. Sólo era una, pero impresionaban las agujas tan finas y largas que tenía. ¡Como para pincharse con una!.
Mañana, excursión turística a las islas, jejejej. Y luego, a buscar alojamiento de nuevo.























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