Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














miércoles, 21 de diciembre de 2011

Ban Bo Nok_Thap Sakae. 97 Km. Thailandia

Con mi amigo Thomas

La gran cocinera

Mis benevolentes bienhechores, en la entrada del parque. Me invitaron a café, además de la entrada

Yujuuuuu


Piñas mondadas


Rotory, como en mi pueblo

La torre Eiffel de antena



Trabajando encima de ese andamio.



Lagartija de la tierra


El amigo Rocinante después de su cura de adelgazamiento.
Tengo el lado derecho del culo muy dolorido. Los kilos que he perdido me han quitado los cojines que me protegían y almohadillaban. Y lo mismo me pasa con las carreteras, que me da por ir por la derecha. No es que por norma lo haga así, ya estaría hecho tortilla, si no que cuando salgo de un camino, y voy abstraído, me pongo a la derecha y los que vienen, el verme de frente se quedan anonadados y perplejos, deteniendo sus vehículos muertos de risa, porque se ve que a parte de los extranjeros, nos pasa lo mismo. Menos mal que miro mucho a los dos lados, cada vez que converjo tras un cruce y, por eso, no me he castañeteado de frente contra nadie, de momento.
Como casi siempre, últimamente, me he levantado temprano y he aprovechado para hacer una selección de las cosas que necesito y reducir el peso transportado. A fuerza de esto y de lo otro, me he quitado de encima 8,5 kilos, que he empaquetado y llevado a correos para que lo envíen a España. 55 $. Veremos si más adelante, no pago un alto precio por mi decisión. Ahora sólo llevo las dos alforjas y me he quitado la mochila de encima, que se nota y más cuando lleguen las cuestas.
Hoy me ha tocado la carretera general, una autopista llena de camiones ruidosos y bastante más sosa, aunque he visto el mismo proceso que hacen con los cocos, pero con las piñas. Las mondan, las parten en trozos y las encajan en cajas. Donde los cocos no huele a nada, pero donde las piñas, se ve que fermenta y huele bíen ácido y desagradable. No me han dado ninguna, los muy exhaborios. Y, en cuanto he tenido oportunidad, me he desviado para ver cosas y despejarme del mundanal ruido trafiquero. En un intento de desvió, me he topado de frente con Thomas, de nuevo. A él le pasa lo mismo que a mí, sólo que él ayer tuvo internet, no como yo, que mi posada carecía de esos lujos (él ha pagado el doble que yo) y pudo mirar las opciones de desvíos a carreteras secundarias. Salía de una, a la que si me llego a meter, habría tenido que desandar el camino porque me llevaba para atrás. 
Como él tenía una ruta marcada, hemos decidido ir juntos, pero este hombre monta como un campeón. Como él mismo decía, íbamos a ritmo del Tour de Francia, la Vuelta a España, para mí. No bajábamos de 30 ni en las cuestas arriba. Iba con la lengua fuera y él ni enterarse, me bebí el isotónico magistral, comí cacahuetes y guisantes tostados, me dí puñetazos en el pecho para animarme, pero ni por esas. Llegamos, mucho más pronto que tarde, al Parque Nacional de Hatwanakorn y, como él quería seguir y a mi me apetecía verlo, nos separamos con la promesa de volvernos a encontrar informándonos a través del correo electrónico de nuestra situación. Tendrá que ser mañana, porque yo vuelvo a dormir en un Templo, dada mi mala suerte en hallar posada con conexión. Y pagar para dormir, cuando lo puedo hacer gratis, hoy que tengo todo cargado de electricidad, pues no. Además, aquí dispongo de electricidad y estoy cargando todo otra vez, jajaja.
En la carretera he visto un cartel de Rotary International, y en mi pueblo, también tenemos de eso. Me ha hecho gracia y lo he fotografiado para ver si alguien me informa de qué es. El parque natural tiene taquilla, como todos los parques aquí, y cuando he llegado a ella. he desmontado y he empezado a charlar con los señores custodios y cobradores. Les he hecho un gran teatro para que me dejaran pasar gratis y les he convencido. De risas y agradecimiento, he empezado a dar saltos corriendo y dandome taconazos en el aire, como charlot en sus pelis. Se han tronchado y me han invitado a un café con leche calentito que  me ha sabido a gloria. Si lo llego a tener esta mañana, cuando he desayunado unos "sobaos" de coco, con agua, me muero de gusto. El Parque, no era gran cosa, mucha vegetación, nada extraordinaria, y muchos pájaros, parece ser. Alguno he visto, pero se vuelan tan pronto te identificas. 6 kilómetros entrada y salida para el coleto y que no he avanzado. 
Al salir, sopa rica, hecha con mil amores por la guapa cocinera, que me ha preparado un plato especial y me ha colmado de atenciones. 25 bath. De nuevo en la autopista y un nuevo cartel, más adelante que ponía "cascada de agua" en otro parque nacional, llamado Khao Lan. Casi 7 km., de ida y otros tantos de vuelta. La entrada costaba 100 bath, la persona y 10 bath, Rocinante. Casi palmo del susto, jajaja. Y vuelta a hacer teatro. Pero el señor jefe, decía que nones. Tras mucho gesticular, poner cara de dolor señalando a la bici y suplicar con las manos en posición de orar y muy serio, he conseguido precio especial de la casa, valorado en 50 bath, todo incluido. La cascada estaba casi seca, si veis la foto de la entrada, es precioso y la realidad, pues ni se parace. Vamos, que en la Pedriza hay más agua, jajaja. Pero el paseo a pie ha sido bonito y el árbol con las ofrendas, incluidos maniquí y vestidos de lujo, han valido la pena con creces. Y la tarde, terminando, 
Tenía que cenar, porque si no encontraba hotel, en los templos, ya he visto que tururú. Todos los puestos y "restaurantes" locales, estaban vacíos o cerrados y cuando he visto uno, con humeantes pucheros, me he metido en él. En éste no nos entendíamos, así que he ido levantando tapaderas y he visto el socorrido arroz (no me apetecía, aunque me encantan, una sopa), quería algo más solido y, señalando con el dedo, me he preparado una buena ración de "chanquetes", con arroz, cebolletas y un huevo. Todo ello, pasado por la sartén y bien sazonado. Picaba que se me saltaban los ojos y las lágrimas corrían por mis mejillas como el Guadalquivir por Sevilla, pero no he dejado ni un grano. Y a buscar hotel, que no he encontrado con conexión. Entre la arboleda he visto el techo de un templo y, tirando de la rienda izquierda, nos hemos ido a por él.
Pisada en falso. Me han dicho que nones. He estado por invocar el acta del señor Buda, pero lo he dejado pasar y he ido a otro que está pegado. Aquí sólo hay dos viejitos monjes que me han dado esta habitación. Los "baños", son a palanganazos y el chino, es a la turca. De los tres que llevo, éste es el más modesto. Y no me han dado ni agüita, porque seguro que no tienen ni para ellos. Y, ahora, a escuchar a la Joplin y leer un poquito de Ignatius Relly. Ora pro nobis.

Ofrendas.


¿A que olerán mis zapas que tanto interesan a las mariposas, jajaja?





La cascada en sus buenos momentos

Los barcos los fabrican de fibra. Buaf!

Mi hotel


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