Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














domingo, 11 de diciembre de 2011

Bangkok. segundo día. Thailandia

Mis pieses se han acostumbrado a la bicicleta y no admiten caminatas. Esta mañana, jan y yo, hemos ido en busca de unos puños para Rocinante o unos guantes. Los puños que tenían, eran igual de duros que los que llevo y los guantes no tenían de mi talla. Pero, eso sí, me he dejado embaucar con una camiseta transpirable para montar y poder intercambiarla con la roja, que necesita un descanso. Se que esto, a corto plazo, me va a suponer un problema, pues la roja ya conduce sola, igual o mejor que yo. Lo bueno, es que a largo plazo, ocurrirá lo mismo con las dos y así podré descansar mientras viajo. Le digo a la camiseta: hoy quiero ir a Malaisia. Y va, y me lleva. Por 0 bath.
Las romanas me hacen rozaduras y lo pieses no querían continuar recibiendo la paliza que les estaba cayendo encima. Hubo un momento en que dijeron, basta. Hasta aquí hemos llegado. Cuando los pieses dicen eso, mal asunto, dado que son ellos tu transporte.
Busqué un asiento para quitarme las romanas. Me puse el pie izquierdo sobre la rodilla derecha y saqué la zapatilla. Lamentable error. La ampolla del dedo medio, constreñida en su pequeño espacio, salto disparada, hinchándose cual globo aerostático y golpeando con fuerza mi cara. Caramba, dijo Jan, que a punto estuvo de recibir él también.
¿Y ahora qué?. Busqué un objeto punzante para estallarla pero no encontré ninguno. Se me ocurrió una gran idea. Esperaría a que pasara un autobús y la metería bajo sus ruedas traseras. A lo lejos, apareció el 34. A por él. El semáforo se puso en rojo y, en un audaz movimiento de cadera, incrusté la ampolla del pie izquierdo bajo la rueda trasera derecha. Cuando el semáforo pasó a verde, al autobús le costo remontarla, pero lo hizo. Entonces, oh miel de cañas, la ampolla, en lugar de reventar, expandió su mordaz líquido por mi cuerpo, yendo a parar a la tripa, único lugar donde tienen cabida los añadidos a mi cuerpo.
Más tripudo, pero sin ampolla, fuimos rápido a Chatuchak, para adquirir unas zapatillas más adaptadas a mi fisonomía. Y, de paso, otra camiseta y pantalones de muchos bolsillos, pues el que llevo, se está deshilachando a marchas forzadas.
Total, que entre peras y manzanas, estuvimos andando desde las 9 de la mañana, hasta las 17, 30 que volvimos, para mañana, lunes, con todas las tiendas abiertas, intentar de nuevo, encontrar unos guantes que me cuiden las manos, bastante doloridas del apoyo al manillar.
Esta noche hemos quedado con unas amigas madrileñas y un amigo de ellas, que conocí en Siem Reap el día que llegué y que se fueron esa misma noche. Nos hemos encontrado esta mañana y hemos quedado para tomar una cerveza y contarnos chismes, jajaja. También con un par de vascos que hemos conocido durante el día y que están recién llegados. Hablando de vascos, que el mundo está lleno de ellos. Ayer, cenamos con Jon e Itsaso, que me perdonen si no lo escribo bien. Los conocí el día anterior y se fueron al siguiente. Viajeros también, me ofrecieron darme dinero cuando les conté que tenía problemas con la tarjeta de crédito. Además, me han regalado "la conjura de los necios" y al gran Ignatius. Tenía mono de libro y, aún sin leerlo, Jhon me lo ha regalado. Muy buena gente. Un millón de gracias, amigos. Nos veremos.










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