kra Buri-Ranong. 73 km. Tailandia.

Por fín llegaron las cuestas de montaña. Esto sí que ha sido un buen día bicicletero de armas tomar, hasta ahora, claro. Anoche, después de no conseguir conectar con la family, me fui a cenar y de vuelta, la señora del resort, viendo que era nochebuena y que estaba solo, me propuso ir a un club de karaoke que estaba enfrente, donde la chicas cantan y las nubes espantan, jajaja. Ella, es vecina y amiga de la dueña y, como quedamos, me tomaba dos cervezas a precio de amigo y nos íbamos. Y así fue. Mientras en el escenario todas iban rotando y cantando, ella hablaba con su amiga y con el resto de las chicas que se acercaban a la mesa. Yo, como ni hablo inglés ni tailandés, tenía poco que hablar y, como no era cliente al que sacar bebidas, ya lo habíamos pactado antes de entrar, pues hacía fotos y miraba, que como no soy usuario de estos lugares, pues me llaman la atención. Me pase el tiempo mirando como bobo lo que ocurría al mi alrededor.

Esta mañana, desayune bien y variado, frutas, un huevo, tostadas cafe y zumo, porque sabía que el camino me esperaba con las fauces abiertas. 

Nada más salir, al poco, me di cuenta que llevaba la llave de la habitación en el bolsillo y volví a entregrarla. Ya sólo ese trozo era en cuesta. Des pués la carretera empezó a girar, subir, bajar. Las cuestas, eran cada vez más grandes y su longitud mayor, claro que las bajadas eran también de campeonato. El cielo seguía encapotado y la humedad, debía de estar cerca del 100X100. Sudar y beber era constante.

En una ocasión, me desvié para ver una cascada. Me habían dicho que era bonita. 6Km. Y no lo vuelvo ha hacer. Las cuevas y las cascadas, para mi están acabadas. Es que no llevan apenas agua. Estamos en invierno, época de no lluvías y a pesar de que ayer llovió, es agua pasajera. El camino de llegada, precioso, y el sitio de la cascada, también, pero hacer kilómetros, para no verla, teniendo en cuenta que cuesta pedalear mucho, pues no. O sí.

En una casa estaban secando mandarinas cortadas por la mitad, dicen que son para comerlas después y el bosque por el que iba era una delicia. Bambús y selvas tropicales, todo junto, formaban un espectáculo maravilloso. Al legar a las cascada, que no estaba ni el gato, aparqué a Rocinante y me dispuse a tomar un aperitivo de panchitos con pescado que compré ayer entre las provisiones. Cuando lo ví en la tienda, pensé que tenía que ser bueno como reconstituyente y de sabor no me lo podía ni imaginar. Me metí un puñado (pequeño) de la mezcla en la boca y estaba rico. El pescado, que aparentemente es como los boquerones chiquitos, estaba crujiente, igual que los panchitos y me cayeron estupendamente, igual de bien que cayeron dos hermosas ramas de o alto de un árbol que el viento tronchó y que, afortunadamente no me cayeron encina, porque eran hermosas y el árbol muy alto.

La carretera, según el mapa, iba junto a un gran rio, pero por más que dábamos curvas, íbamos y veníamos no lo veía. Pasé por un cementerio, yo creo que chino, por los signos, digo. Ya llevaba tiempo queriendo parar en uno pero, por unas cosas, o por otras, nunca lo había hecho. Son bonitos. Muy espaciosos. Aquí, cada persona, se hace con una parcela para el solito, con jardín y todo y luego, las tumbas, no tienen nada que ver con las nuestras. En fín, que hoy era el día y como la carretera pedía descansos de cuando en cuando, lo visité. Estaba en cuesta y, al fondo había una preciosa montaña. Fui viendo los dibujos y adornos de cada apartamento y subiendo la cuesta hacia el más alto, que también era el más bonito. Una especie de templete, todo colorido y hermoso. Es curioso, pero nunca volví la vista atrás en todo el largo y dilatado paseo que dí. Cuando llegué al templete y lo rodee, me quede pasmado. Allá abajo, un poco mas lejos de la carretera, un majestuoso rio que delimita Myanmar con Thailandia.

Subía y bajaba, pero nunca llegaba al destino, así que, cuando vi un cartel que ponía "Puerto", cogí el desvío y me fui a ver los barcos, que me gustan mucho y así descansaba otro poco. Además, suponía que la carretera, por esa zona, sería más suave, porque justo en el desvío del puerto, de no haberlo tomado, me tenía que enfrentar a una señora y larga cuesta. 

No me sivio de mucho. La carretera también subía y bajaba. Está claro que esta zona es muy montañosa, pero las vistas cambiaron. En un pueblo, después del puerto, me llamó la atención que la mayor parte de las personas, son musulmanas. Un cambio drástico. Paré a fotografiar a un grupo de muchachos que estaban en un campo jugando y rápidamente vinieron para que jugara al fútbol con ellos. Me hubiera quedado a jugar si hubiera querido una plaza en el hospital del pueblo, pero eso no entraba en mis planes para el día de navidad. 

Y he descubierto como san las piñas recién nacidas y como se convierten en piña evidente. Hoy no me costó mucho encontrar vivienda y resulta que en el pueblo están de fiestas. Muchos puestos, la calle cortada al tráfico y mucha gente. Estupendo. Cena variada en diferentes puestos, gafas nuevas para ver, que las que llevo se le han rallado los cristales y cada vez están más opacas y cartera, que también se ha ido rompiendo. Los precios, cartera 3 $, las gafas lo mismo y las cenas varias 2 $.

Continuamos camino hacia Phuket.