Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














lunes, 26 de diciembre de 2011

Ranong-Kapoe. 67 km. Eolo juega conmigo a la pelota.

Hoy me he dormido como un bendito. Normalmente, me despierto cuando se hace de día, pero hoy me he despertado a las 9 y, como pensaba que eran las 7, pues he remoloneado. Cuando me levanté, eran las 9,30. Y cuando me he puesto en marcha, las diez y pico.
Un viento huracanado casi me tumba en una ráfaga brutal y, como Wayne Gardner, he ido con las pìernas dando tumbos y haciendo eses hasta recuperar el equilibrio pero, en la pirueta, he perdido 2 kilos, jajaja, por lo menos, del susto.
Hoy el viento no era favorable, como los días anteriores, si no que soplaba lateral y era un auténtico infierno, pues me hacía ir absolutamente pendiente por las rachas potentísimas que han partido árboles, arrancado vallas y techos y roto un cable de alta tensión que nos ha dejado sin luz durante muchas horas. De hecho, acaba de llegar.
Unas veces soplaba de un lado, otras del contrario,  de frente y de espaldas. Como los niños pequeños, que de puro contentos corren en todas las direcciones por la habitación.
Ayer, creo, ponía que nunca más me metía a ver una cascada porque no llevan agua, pero hoy he visto, desde la carretera, una tremendamente larga. Bajaba por la montaña desde muy arriba. Eran 2, y aunque una se veía seca, la otra parecía que tenía agua. Total, que con el viento de frente, me metí. Solo eran 300 metros, los peores de toda mi vida. Dos veces me ha parado totalmente y he tenido que echar pie al suelo para no caer. El esfuerzo, equivale a 10 km normales. Menuda paliza. Un día para no montar.
Menos mal que la carretera era menos abrupta que ayer. Así, se ha visto un poco compensado.
Paré a comer  y, en el kiosco se ha volado el techo de uralita metálica mientras comíamos, a parte de llenarse la comida, bebida, pelo y ropa de polvo de porquerías que venían de todas las direcciones.
Para protegerme de una probable caída, llevaba el casco, las gafas y los guantes, que junto con el sol que ha hecho, me han permitido sudar a placer durante los 55 km de carretera. Como digo, no me he desviado nunca, y las paradas eran todas técnicas. Apenas fotos.
Cuando he llegado al pueblo, Kapoe, que consideraba límite mínimo para hoy, estaba comprando vituallas para meterme en un  templo, cuando unos extranjeros, austriacos, muy buena gente, me han recomendado que me fuera a dormir a las cercanías del Parque Nacional Laem Son, un lugar, según ellos, precioso. 17Km., para atrás. Les he dicho que ni un kilómetro, jajaja, y menos para atrás, pero han insistido, ofreciendo a llevarme a mi y a Rocinante en su coche. Finalmente, me han convencido y aquí estoy, en un precioso sitio, pegado al mar, que he recorrido un poco antes de anochecer y sin pagar entrada, porque a partir de las 16,30, la entrada es gratuita.
Mañana tengo esos 17 km demás y temo a Eolo, pues si sopla como hoy, en la misma dirección, van a ser un auténtico infierno.





















1 comentario:

  1. El viento ese mar que nos envuelve....

    Preciosas fotos de atardecer... Debe ser un pais maravilloso.

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