Rach Giá, Vietnam en Bicicleta. 58 km.

58 Kilometrillos, entre pitos y flautas. Hoy salí, aún más temprano que ayer. De alguna manera, debo de evitar ese calorazo de la media mañana, o se me torrará el cerebro. Ayer, alcance los 43,9 grados, una barbaridad, salvo que seas chuleta, en cuyo caso, es poco.

Rocinante y yo, vamos formando, poco a poco, una feliz pareja, poco dados a los comentarios y largas conversaciones, pero sin palabras, nos entendemos. Me pasa también con los lugareños. He decidido, puesto que no hablo nada bien el idioma de Shakespeare, hablar en el mío propio, o sea, en español y hacer, de paso, publicidad de nuestro idioma, ya les vale. 

De ésta manera, mi actitud resulta más fluida y auténtica, con lo que la relación con ellos es mucho más gratificante y relajada. Les contesto en español a lo que yo creo que me preguntan, o incluso a lo que me gustaría que me preguntaran, y parece que algunas veces comprenden. Otras no, pero en ambos caso se desternillan de la risa. 

Por ejemplo, si estoy comiendo o cenando y me dicen cosas, que me las dicen, si lo que estoy comiendo me está gustando, pues mis respuestas suelen ser del tipo: ¡Ah, está riquísimo, podrías echarme un poco más!, jajaja. Si siguen, yo les añado: ¡en serio, echa, echa más, mmmm!. Hoy a la cena, en concreto, he practicado esto y, considerarlo como queráis, yo desde luego me lo tomo como una casualidad, pero lo cierto es que me han hechado dos tajaditas de una carne hecha a la brasa que estaba de chuparse los dedos. 

Cada vez, les voy comiendo mejor, excepto un plato de sopa con algo tipo sémola o arroz rallado, que además de las verduras y brotes de soja, como pitanza carnea lleva unas tripas rellenas de ???, pero auténticas tripas gordas, tipo arterias, además de tropezones de sangre y vísceras. Hoy, para desayunar, he pedido esto e incluso he intentado comerlo, pensando que me estaba comiendo unas tostadas con mantequilla y mermelada. He sido incapaz. Me he comido las tostadas pero la mantequilla y la mermelada, se ha quedado en el plato.

Tras el fiasco de ayer, en la mala carretera recorrida y en llegar a un destino equivocado, hoy, antes de salir del hotel, he requetepreguntado por la ruta. Tanto que una de las hermanas que lo rigen, ha cogido la motillo y me ha llevado, por caminos de cabras, hasta el arranque de mi carretera. Creí que toda iba a ser camino de cabras. Afortunadamente, no fue así. En realidad, camino si que era, pero de cemento, con algún desconchón y uniones de los tramos marcadas, pero una delicia. Ha transcurrido en su totalidad (36 Km) paralelo al rio, era estrecho, en las fotos lo veréis, pero estaba talonado de árboles a ambos lados y también de agua. He visto la auténtica vida vietnamita, la no relacionada más que con sus vecinos y sus trabajos. He visto gremios de carpinteros de rivera, de cesteros, de una cosa blanca como pirulís, de ....

Me han invitado, en una casa, a montarme en piragua y navegar por la laguna pero, hoy, las ganas de llegar al mar, eran superiores a cualquier otra oferta. Total, para nada. ¡¡¡¡Me arrepiento mucho!!!!

También, dada su estrechura y su localización, gozaba de poco tráfico. La ausencia de los pitidos que no dejan de dar, aunque ya apenas me entero de ellos, me ha gratificado y endulzado el día.

Como hay tanto agua, se pasan puentes constantemente y, aunque tienen algo de pendiente, son cortos y fáciles. Excepto uno, que cuando lo ha visto Rocinante, a frenado en seco, se ha puesto de manos, y casi me tira. He tenido que subirlo empujando. A él y a mí. Y casi no puedo. Eso era escalar.

Otros dos, estaban en obras y dos barcazas, te trasladan de orilla a orilla por tu cara bonita. Finalmente, para llegar a Rach Giá, también hay que coger otra barcaza. Estando en la cola, ha venido una mujer a pedirme dinero y, mal acostumbrado como estaba de los anteriores, le he dicho que, ¡venga hombre!. Me ha mirado de "malos modos", si es que puede denominarse así al hecho de no reirse, y le he dicho que no y que no. Ha venido un hombre, que se ha dado cuenta de la situación y me ha señalado al barco y al dinero. He pagado y luego he visto que todos los que llegaban pagaban, jajaja.

Tras estas cosas, he llegado a Rach Giá, y he preguntado por el mar y, cuando lo encontré, he llorado!. Ni playas tienen, ni olas, ni ná. Es como una laguna, gigante, y al agua la tienen confinada entre paredes, con bastantes porquerías, encima.

Finalmente, encontré un hotel, estupendo. Mismo precio que el resto de los días (prácticamente, el de hoy 10 $. Oscilan, para mí, entre los 10 y los 7,5$). Nuevo y muy limpio. 

Atribuirlo si queréis a mi cabeza tostada, pero a mi me pareció fotogénico

Mi hotel de ayer

Mi autopista

Como se ve no es muy ancha

Los pirulís sobre su molde secándose al a sol

más pirulís

Así se construye una cabaña. En dos patadas.

Familia limpiando el pescado

Cesteros

Potasio.

Mañana, a costear, camino de la frontera con Camboya, desde donde me iré a la isla de Phu Quoc, a sufrir un poco en sus limpias y maravillosas playas de arena blancas, aguas turquesas y palmeras inclinadas hacia el mar.