Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














jueves, 2 de febrero de 2012

Jeli-Jelawand Waterfall. 57 km. Malasia. Malaysia. Bicicleta. Bike. Viajar. Travel. Capitannolas. Rocinante.



Ozú, lo que ha llovido esta noche. El techo de uralita dela guest house, parecía que tuviera puesto un amplificador, porque distinguía las gotas gordas de las flacas, incluso. Menos mal. que cuando hemos salido para desayunar, el amigo francés y yo, había escampado. Me ha hecho ilusión la foto antes de la partida, cada uno con sus bicicletas, tan peripuestos y predispuestos. Y hemos salido en direcciones opuestas, él para ir al lago del que yo salí antes de ayer, el del comando, y yo para iniciar mi bajada hacia Kuala Lumpur, por el centro de Malasia, dirección Gua Musang y Kuala Lipis.
La carretera, sencilla, ha sido muy bonita, como no puede ser de otra manera en este verde pais. Es un color que te emborracha y que lo llena todo, de cabo a rabo a excepción de los huecos que la mano del hombre abre en las montañas y laderas. No llovía cuando he salido y, aún pareciendo que, como a la hora y media de trayecto, tendría que atravesar una cordillera, luego la carretera ha ido serpenteando por entre las montañas y no las he subido, con lo preparado que anímicamente estaba. Esta zona es muy salvaje y poco poblada, a pesar de estar talonada, con cierta frecuencia, de puestos y viviendas a ambos lados de la carretera. Hoy también he visto monos, con un poco más de detalle y son preciosos, pequeños, con el pelo como muy suave, a la vista, claro y de color marrón claro. Pero son muy asustadizos, y para escapar, se tiran al suelo desde donde estén. Hoy iba andando, ensoñando con no se qué, cuando por el rabillo del ojo, he visto caer algo y hacer ruido. He pensado que era un coco, pero al mirar, he comprobado que no había palmera, si no bambús y finos y ., en uno de ellos, había un mono. He dado la vuelta, para verle mejor y es cuando han empezado a caer, pues no estaba él sólo. Plas.plas, plas..., pero ningún plof. Efectivamente, he mirado y no había tortilla. Curioso. Yo, con la quinta parte de altura, me abría el cráneo.
Rios, riachuelos y arroyos, he visto cantidad. Es una zona de mucha agua, aunque no se ve nada anegado. Y entre comidas, monos, rios y paradas para cualquier otro menester, me he ido acercando a la cascada de Jelawand. que está un poco antes de Dabong, según el mapa y justo después, en la realidad. Como venía un poco escarmentado de Tailandia, de sus cascadas, quiero decir, que llevaban muy poca agua por las fechas, he preguntado e insistido, para no llevarme otra decepción, aunque ya, desde lejos, de veía el agua. El comienzo de la carretera a ella, es de órdago a la grande. Rocinante se ha encabritado a mitad de trayecto y me ha desmontado de malas maneras, al punto, de darme una pequeña galleta sin más consecuencias que ninguna, jajaja.
He llegado a la entrada dónde, supuestamente hay que pagar y, como no había nadie, he continuado hasta el aparcamiento para dejar a Rocinante. Le he atado, he cogido la bolsa de los tesoros y para arriba. Había dos opciones. Por la derecha o izquierda del rio. He cogido la derecha porque había un puente colgante (cielos, se me olvidó hacerle la foto) muy bonito y me apetecía pasar por él. La subida era a través de mini escalones por la ladera de la montaña. Pero, al poco, se convirtio en un infierno. Había que escalar, por un suelo lleno de raices resbaladizas. Escalar verticalmente, quiero decir. Y, aunque había una cadena en todo el trayecto, para que te agarraras a ella, faltaba el motor que tirara de tí y tras unos metros de muy fatigable esfuerzo y viendo que continuaba así, me di la vuelta y tomé las de Villa Diego.
Al lado izquierdo, entonces. Porque digo yo, que la abuelas también tienen derecho a subir y tiene que haber una opción para ellas. Y para los abuelos, jajajaja (esto no quería ponerlo). El caso, es que aquí, las abuelas no pueden subir. Los abuelos, agarrados a la cadena, subimos como podemos, siendo el recorrido infinitamente más suave que el otro. Y, vas subiendo, metido en tus asuntos, oyendo el ruido del agua. Pero no la puedes ver, porque la selva te lo impide. De repente, te hablan. Cuando no has visto ni oido a un alma en tres kilómetros a la redonda. Y el respingo que das, es de morirse de la risa, que es lo que hace el hombre con el que te cruzabas y tú. A grandes carcajadas. Hasta que, en un punto, el camino se acerca al torrente y.....
Madre mía, que bellezón. Una cascada alta e imponente, aún viéndose claramente que, a veces, lleva mucho más agua, te deja sobrecogido. El entorno, es tan bonito, que te quedas sin palabras, ni aliento. He gastado varios carretes haciendo fotos y he cruzado, por resbaladizas piedras, para verlo mejor. Pero que conste, para quien me conoce, que saben que soy un alocado, que he tomado todas las precauciones.
Mientras hacía las fotos, el hombre, con unos amigos, ha vuelto, con comida y bebida, y me han llamado, para que me uniera a ellos. He vuelto a cruzar el cauce (un trozo pequeño de cauce, ¿eh?) y cuando he llegado al grupo, que eran muy risueños, me han mirado los pies y se han reido todos. Yo, también me los he mirado, claro, y ahí, una en cada uno, tenía sendas sanguijuelas, prendidas tan ricamente, chupando sangre fresquita. Y yo ni me había enterado. Como no paraban de reirse mientras señalaban, pues yo también me reía, jajaja. Qué iba a hacer. No sería tan malo, cuando se reían tanto. Les pregunte qué hacía y uno de ellos, se agacho, las cogió por la cabeza y me las desprendió, empezando a brotar sangre en abundancia. Joé, parecía que me hubieran crucificado. 
Y empezó a llover. Pero como llueve aquí. Había un techado justo ahí mismo, y fuimos a guarecernos pero, una hora después, no amainaba y salimos para descender hasta los vehículos. Yo, la verdad, estaba muy mosca con las sanguijuelas, pues están en el bosque y, más lloviendo, así que la bajada, se me hizo un no parar de mirarme los tobillos. Incluso, pensaba, si se tirarían desde las ramas de los arboles, para atacar desde arriba. Cuando llegamos abajo, super empapados, lo primero que hice, fue quitarme las romanas, para ver si se había metido alguna. A mi no, pero al compañero, que llevaba delante, se le engancho otra. 
No había visto, hoy, ningún sitio en el que pernoctar, así que, dado mi lamentable estado, pregunté por un alojamiento. Me dijeron que en una hora, en bici, había uno. Como eran las 17,30, tenía tiempo se sobra y ya, mojarme, no podía mojarme más. Cuando llegué a un cruce, después de  15 minutos o así, pedaleando ligero, pregunté otra vez y me dijeron, para mi asombro, que sí, que lo había, pero que estaba a 50 Km. Inalcanzable. A todo esto, en donde pregunté, unas diez o más personas que, en grupos, estaban sentados en un café, tomando algo, se descojonaban. No creo que lo hicieran de mí en mal sentido. Vamos, lo aseguro. Pero en ese momento, calado, sin saber que hacer y todos mirándote y descojonándose, pues me calentó la mochita un poco. Salí, dando las gracias, por supuesto y cogí la carretera que me indicaron, pero decidido a poner fín, en ese sitio, al recorrido de hoy. Y justo, en ese momento, veo una mezquita. Me meto bajo un soportal de ella, con Rocinante, escondiendonos de la lluvia. 
Empiezo a estar destemplado por no pedalear. Y salgo, a pie, a preguntar si puedo dormir ahí, cuando un coche estaciona junto a ella. Vuelvo y le pregunto al buen hombre, ya digo que para mis interiores estaba un poquillo mosqueado. Me dice que no puedo, que es una mezquita. Yo corroboro que es una mezquita y añado, que yo soy una "persona", con necesidad de ayuda. Me pregunta que si soy islamista. Le contesto, que soy persona y que da igual si soy islamista o no. Añado que he dormido en todo tipo de templos sin problemas. El buen hombre, no sabe que decir, a parte de que a 50 km., tengo hotel. Pero es un argumento que ni el mismo, pues sabe que voy en bicicleta, se cree, dada la hora que es. Me dice que tiene que consultar con su superior. Lo hace. Cuando termina, me dice que va a por una llave y que ahora vuelve. Y, cuando lo hace, me lleva a una casa, que abre, para mi solo. Debe ser su casa de verano. Me dice que puedo ducharme, usar el aire acondicionado y usar lo que quiera. Que mañana a las 8, viene a por la llave y a cerrar. Le digo que estoy muy agradecidísimo y luego, me ducho, con agua fría, por supuesto, lavo la ropa empapada, la tiendo, ceno de lo que llevo encima y disfruto de la música que este aparato tiene en su interior, feliz de haber avanzado un día más, de haber añadido otro chorrito de vivencias a la botella mi vida.

La bicicleta de Hugo Tremolino 
Hugo y yo, despidiéndonos






Esas montañas, pensaba que me tenía que escalar. Luego, resulto que no.




gallinetas



Catarata de Jelawang













Sanguijuela 1

Sanguijuela 2

Mr. Mohd.  Ramzi

mi "casa"


1 comentario:

  1. QBIEN VERTE ACOMPAÑADO BICICLETERAMENMENTE
    ANIMO Y PIERNAS
    TE SIGO Y TE QUIERO A DISTANCIA
    GRANÁ TE EXTRAÑA , TAMBIEN
    SIGUE CUIDANDOTE
    ABRZTTTTTTTTTTTTTTTT

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