Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














jueves, 2 de febrero de 2012

Jelawang-Gua Musang. 68 Km. 4.705 km. totales. Malasia. Malaysia. Rocinante. Bicicleta. Capitannolas. Viaje


Ayer, me decían, tanto los de la catarata, con los que compartí merienda, como el buen hombre, que luego me dejó una casa, que me fuera a Gua Musang, al hotel, a dormir. Hoy, que ya tengo hecho el recorrido, me he quedado asombrado de que, yendo en bicicleta, como ellos sabían que iba, los primeros me dijeran que estaba como a una hora de camino, y el segundo, me dijera que me fuera a dormir allí, a las 17,30 pasadas, cerca de anochecer y lloviendo de lo lindo. Porque, hoy, que ya he hecho el recorrido, he visto que eran 68 km y, además de los lentos, con una subida larga y unas cuantas, más cortas, pero continuadas y consistentes. O sea, una paliza de 7 horas, contando con mis paradas para hacer fotos y tal.
AVISO!!!:  por razones ocultas, mis biliruminas, hoy, están alteradas y, a pesar de haber soltado tacos, en solitario, en abundancia, no he conseguido desinflar del todo, por lo que, cualquier comentario crítico o desagradable, del día de hoy, está claramente influenciado y carece de imparcialidad.
Me desperté a las 6, cuando suena el despertador, pero estaba estupendamente en la cama y faltaban 2 horas para la cita de las 8, que vendría el hombre a recoger las llaves y cerrar la casa. Me quedé un poco más, que se convirtió en casi dos horas, porque me dormí y me desperté a las  7,32. Corriendo, preparé todo y cuando ya estaba para montarlo en Rocinante, me di cuenta que me faltaba el reloj cuenta kilómetros. Entré otra vez dentro de la casa, pero no estaba. Recordaba que anoche, lo saqué del mojado bolsillo del pantalón, donde lo había metido un momento antes, al meterme en la casa. Y recordé haber mirado los kilómetros para el blog. Pero no estaba. 
Llegó el hombre, que por cierto, se llama Mr. Ramzi. Se lo comenté y me dijo que se iba y volvía a las 9, para que tuviera tiempo de buscarlo bien. Vacié las dos alforjas totalmente, y la bolsa de los tesoros, y la de objetos de higiene, y la de la comida, y la de la basura. Y no estaba. Magia borrás. Volvió, se lo comenté, nos dimos las manos y me fuí. Ya aparecería. Sabía que estaba conmigo, pues en la casa, moví los pocos muebles del salón y allí no estaba, eso seguro. Fui derecho a desayunar. Iba con el ánimo un poco bajo. La ropa no se había secado prácticamente nada durante la noche y me la había tenido que poner mojada, excepto la camiseta, que tenía más. Como no me puse en marcha de inmediato, por el reloj, me fui enfriando y estaba destemplado. Cuando me acerqué al kiosko de comer, de nuevo, todo el mundo, a descojonarse, jajaja. Y, si anoche no me hacía gracia, esta mañana, menos. Así que, puesto que cada uno es libre de hacer con los demás lo que le place, comenté en voz bien alta y en castellano: Vaya, parece que en este pueblo sois muy graciosos y os gusta reiros de los demás!. No entendieron nada, supongo, pero si captaron el mensaje, porque a partir de ese momento, cada cual se dedicó a sus cosas y las risas, cesaron. Disculpas por mi salida de tono!!!.
Cuando terminé, salí como un cohete del gracioso pueblo, preguntándome si, a partir de ahora, sería siempre así. Las nubes estaban bajas y la lluvia, podía aparecer en cualquier momento.
En la carretera, pequeña y con poco tráfico, me encontré un ciento veinticuatro pies (los he contado) de por lo menos, 25 cm. de largo y como un dedo de gordo. Nunca había visto un animal de ese tipo con ese tamaño. Nos saludamos gratamente y seguí mi camino. Mas adelante, mientras iba pedaleando, notaba cierto picorcillo en un pie. Se me ocurrió parar a mirarme. Y menos mal, porque otra puñetera sanguijuela se me había enganchado. Se ve que, al bajarme de la bici, para fotografiar al cientoveinticuatro pies, se me había enganchado y ya estaba sorbiendo mi sangre. Me acordé de la frase de "sole, que te doy con el mechero" y se la solté a la sanguijuela, pero ésta siguió a lo suyo, que era mucho más placentero. Así que, de la bolsa de los tesoros, saqué el lanzallamas y se lo apliqué a la draculina que, al abrir la boca, para decir Ay!, me soltó, momento que yo aproveché para darle un sopapo y llevarla al parque de atracciones.
La carretera, que ayer no subió, hoy si que lo hizo y, como no estaba preparado y, además, ya digo que iba flojucho, se me hizo cuesta arriba. Bastante. Paré a comprar agua, y me cobraron de más, aprovechándose de la inexistencia de competencia. Bueno, fue una nimiedad, pero ya digo que.... Y empezó a llover.
Las sanguijuelas me tenían obsesionado y cada vez que paraba, a mirarme los pinreles. Y paré para ponerle a las alforjas un protector impermeable, porque me dejé olvidadas, en casa, unas cinchas que hace que los cierres de éstas, queden hacia abajo. Como no los tengo, ahora quedan hacia arriba y, cuando llueve mucho, el agua se va metiendo, poco a poco y, finalmente, entra un pelín. Nada importante, ni con consecuencias, pero prefiero que esté todo seco, así que las puse el impermeable amarillo, que además, sirve para que me vean mejor, me miré los pieses y a funcionar. 
Paré de nuevo a almorzar y, como siempre, y nunca me ha importado, ni me había dado cuenta, el cuestionario: de dónde eres, etc, etc.... Cuando, tranquilamente, y con risas, había respondido a todas las cuestiones al muchacho del negocio, llega un tipo, muy chuleta, se sienta a mi vera y, a saco y bocajarro, empieza con las mismas. A toda pastilla, haciendose el bien hablado, sin ninguna empatía y sin mirarme, como quien dice. Yo estaba almorzando, como digo, y llegó un momento, en que me toco tanto los sentidos, que pasé de él, me levante y me fui a otro sitio. No le sentó nada bien, encima delante de los otros tertulianos. Así que empezó a ser molesto y despreciativo. Como dos no pelean, si uno no quiere, pagué y me largué tan contento, dejándole con su película.
Todavía no he comentado sobre los nuevos puños y tengo que decir, que son muy cómodos y que me agarro a ellos de maravilla, con lo que llegué a Gua Musang, mi destino. Paré a comer, justo a la entrada, porque había un cruce, en el que tengo que decidir mi ruta. Esta vez, no hubo risas, sólo cordialidad y simpatía, buen agua de coco y arroz con pollo. Mientras comía, se puso a llover a lo bestia, y allí me quedé hasta que amainó, llegué al hotel, donde me han hecho descuento de 50 a 40 y me metí en la habitación a poner a secar lo mojado, que es mucho y a todos los menesteres de todos los días. Mañana, seguro, será otro día.




















1 comentario:

  1. ¡Animo Juan!

    Excelentes esos puños...

    Ando un poco perdido por que estoy liado con un viaje.. jajajaja, fijate Toledo-Ciudad Real, jajajaja, y me parece un mundo...

    Mi primera salida de dos dias.... ains...

    Me alegro verte bien... cuidate mucho...

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