Objetivo:

viajar en la bicicleta, Rocinante, por diferentes culturas. Vivirlas, empaparme de ellas, de la lentitud del viaje, de las sensaciones, olores, sonidos, emociones y consecuencias. Ser esponja del mundo que me rodea en cada momento. Crecer un poco más, para ser más humano, sencillo, abierto. Y compartirlo.
De momento, Vietnam, Camboya, Tailandia, Malasia...














viernes, 24 de febrero de 2012

En marcha el nuevo proyecto

Poco puedo estarme quieto después de haber saboreado el placer del viajero. Y el nuevo proyecto ya está en marcha. Esta vez, la beneficiada de mis sentidos, de los placeres, esfuerzos y sufrimientos, jajaja, va a ser España. Mi tierra. Mi país.
Voy a recorrerla desde Madrid a Cuenca, Teruel, Valencia, Mallorca e Ibiza, Castellón, Tarragona, Barcelona, Zaragoza, Pamplona, Vitoria, S. Sebastián, Bilbao, Santander, Oviedo, A Coruña, Lugo, León, Zamora, Salamanca, Caceres, Sevilla, Cádiz, Granada, Murcia, Albacete, Ciudad Real, Toledo y Madrid.
Un exhaustivo recorrido, de cerca de un año, y 6.000 Km. con todos los climas, las cuatro estaciones, por carreteras secundarias, por puertos de mar y montaña, por desiertos... y en solitario (en principio).
En la cartera llevo un proyecto fotográfico en el que no me quiero extender, de momento pero que, igualmente que en el viaje por Asia, iré describiendo y relatando todos los días.
En cuanto a la bicicleta, Rocinante ocupa el primer lugar, lógicamente, y para ello, ya tiene hora para el cambio de la transmisión al completo, añadiendo una velocidad más, para esas duras cuestas que nuestros ingenieros diseñaron para poner a prueba a Induraines, Pericos, Contadores y otros menos conocidos pero igual de valientes.
No obstante, como no soy un jovenzuelo, jajaja, estoy en tratos, con diferentes estamentos y empresas para promocionar y patrocinar la aventura, entre otros, con un fabricante de bicicletas españolas de prestigio que tiene en su catálogo algún modelo eléctrico. No estaría mal probar una de éstas joyas en semejante viaje.
Ya estoy nervioso e impaciente, pero debo tener calma y preparar bien las cosas. Iré contando.
¡El sol brilla de nuevo!

lunes, 20 de febrero de 2012

Y colorín, colorado...

... el viaje se ha acabado.
Llegué a Kuala Lumpur, muy cansado y tocado mentalmente. Las etapas de montaña, la dificultad para encontrar comida y bebida o lugar para dormir, la acumulación de kilómetros o, sencillamente, que el interruptor de mi cabeza cambio de signo, fueron determinantes para tomar la decisión. Feliz por el viaje, por las muchas experiencias vividas, por los kilómetros recorridos, por las personas conocidas, he decidido, de momento, hacer un alto en el camino.
Llevo ya unos días en España, pero me siento extraño, descolocado. No me sé expresar y por eso no escribo. Por eso he tardado tanto he decir que ya he vuelto. Es que, casi, no se quien soy ni donde estoy. Pero cojo la bicicleta, me monto en Rocinante, y vuelvo a ser el mismo. Vuelve la sensación de paz a mi cuerpo, al espíritu y, como cuando viajaba, la sonrisa inunda mi cara.
Por eso, creo que volveré a la andadas. Estoy preparando un proyecto donde la fotografía y la bicicleta, vuelven a ir de la mano.
Ya contaré más y, sobre todo, ya veré si lo hago. De momento, mientras me estabilizo, mientras me incluyo en esta forma de vida y me adapto, disfruto de los momentos pasados.
Gracias a todos los que me habéis ayudado, seguido, apoyado...

sábado, 18 de febrero de 2012

Kuala Kubu_Kuala Lumpur. 80 km. 5.033 total.


Han pasado pocos días y ya me parece que ha sido un mes, jajaja. Llegué a Kuala Lumpur después de pegarme una buena madrugada y estar en la carretera a las 7,30 de la mañana. Tenía que llegar pronto para poder perderme, tranquilamente, en la entrada de la ciudad. La verdad, es que el acercamiento fue poco agradable. Mucho tráfico y ruido. La carretera "pequeña", en un momento determinado, se acaba y estás obligado a meterte en una de peaje, que yo creía que estaba prohibido para las bicicletas, pero se ve que en las cercanías de Kuala Lumpur, se permite.  El caso es que me metí obligado por las circunstancias. Entre la velocidad de los otros, el ruido y lo peligroso de atravesar las salidas y mucho más el desdoblamiento de la autopista, cuando te toca atravesar dos carriles o tres, en mi caso, con coches que vienen lanzados. Ufffff. Paciencia y potentes pedaladas en cuanto ves un hueco.
Y ya desde lejos, empiezas a ver rascacielos y altos edificios para, en un momento determinado, ver las Petronas, faro de referencia que me sirvió para llegar al centro, a ojo, de las torres. Di vueltas y más vueltas y, finalmente, tras ser invitado a un coco maravilloso, que me dio las fuerzas suficientes para meterme en todo el centro, hasta llegar al hotel. De los 55 km que había, en principio, la cosa se puso en 80 y de tardar, más o menos, las 3 horas previstas, llegué cerca de las 2 de la tarde. 


























martes, 7 de febrero de 2012

Tapah-Koala Kubu. 98 km. 4.954 Totales. Malasia. Asia. Viajar. Bicicleta. Malaysia. Capitannolas. Rocinante.


Rocinante hoy se encontraba jovial y contento. Como yo, después de haber descansado en una cama sin tener que estar pendiente del equipaje. El hotel, era sencillo, pero estaba estupendo, únicamente que, a la hora de dormir, internet, también duerme y eso me ha costado unos euros, por no poder hacer una anulación de una reserva a tiempo. Pero, salvando ese contratiempo, fantástico. Desayune en un chino. Eso no lo había hecho nunca, hasta ahora. Y de nuevo, la sopa, que es lo que he pedido, estaba llena de cosas, aparte de tofu y como fideos, verdaderamente gordos, había diferentes objetos, todos comestibles que, a su manera, estaban estupendos. Vistos antes de que los echaran a la sopa, parecían tostadas retorcidas de pan. Pero una vez en ella, y sobre todo, en la boca, no sé, pero pan creo que no era. Había de diferentes colores y sabores y también unas pelotas que esta vez, no como en Vietnam, no botaban. Y he vuelto a comer con palillos. La señora abuela, encargada de servir las mesas, toda atenta, me ha traído los palillos y un tenedor, por si acaso. Terimakasí, le he dicho, pero un viajero come con palillos, con los dedos y sin manos, si es preciso. Ella, con toda su sabiduría, ha asentido y se ha levado el tenedor al cestillo de plástico de los tenedores.
Ha hecho sol y pedalear, en algunos momentos ha sido bastante sudoroso, pero a pesar de todo, la ruta ha sido cómoda y de transporte a Kuala Lumpur. Las casas de madera, por lo que se ve, típicas de esta zona, son una belleza y, algunas, están tan bien rodeadas de naturaleza, que dan ganas de darles el premio a la "casita de la señorita pepis". Pero claro, es que aquí, te comes una mandarina, con sus pipos y, cuando te levantas, tienes un mandarino llenos de fruta para comer. Hasta los campos de futbol, en general, están más verdes que el Bernabeu, por poner un ejemplo. 
La carretera, ha tenido sus subidas y bajadas, pero muy llevaderas y bastantes rectas y tráfico. No os podéis hacer una idea, creo, de lo inoportuno que es pasarse el día rodeado de vehículos que, cada vez que pasan a tu lado, en un sentido o en otro, hacen pchiummm, o pchroummm. Como he dicho alguna vez, es lo que tiene viajar en bicicleta, que oyes hasta los pedos de los pájaros, jajaja. E iba yo divagando sobre las semillas de la sémola cuando he visto un templo indú. Llevaba bastantes kilómetros sin parar, para lo que es mi costumbre y un templo, es un templo, o sea, algo que no me suelo perder. Por cierto, ya no hay templos budistas, así que ahora me estoy haciendo de Siva. Y hablando de religiones. La gente, con determinada frecuencia, te pregunta qué eres, si cristiano, muslim, o ecuatoriano. Una vez, por no entrar en disquisiciones, aduje que era no creyente. Y como vi que esa no es una respuesta adecuada para un creyente, a partir de entonces respondo, para no hacer publicidad a ninguna de las religiones, lo opuesto a lo que creo que es mi interlocutor. Por una cuestión ergonómica, sobre todo. Pero hoy, cuando he parado ha beber un zumo de caña en un puesto regentado por un indio, supuestamente induísta. me ha preguntado cuál era mi religión. Y le he dicho que   cristiano. Albricias, ha dicho él. Yo también y el templo está allí, al fondo a la derecha. Y toda mi familia, también lo es. ¿Quieres más zumo?. He dicho que sí, y que mi familia, desde sus más remotos orígenes, eran cristianos y romanos, pero que no podía ir al templo porque iba de viaje y ya había estado en el de Tapah. Y aunque eso no lo ha entendido, me ha dado hielo para el agua de la cantimplora de la bici. Gracias, por todo. 
Decía, que había visto un templo indú y me metí por el primer camino que encontré para verlo. Pero al poco de entrar, me di de bruces con el cartel de un hombre armado, apuntando a otro por la espalda. Otro, era yo. Tenía mi cara. No me ha gustado nada la actitud y he frenado bruscamente. Cuando estaba girando, una puerta se abría. Yo, al oir la puerta abrirse, he pensado que era el de la escopeta, y me puesto a girar, tan deprisa que Rocinante se ha hecho un lio con las patas y nos hemos desmadejado. Ya casi oía los disparos, cuando una señora, que es la que salía de la casa, me ha visto y se ha echado a reir. He ido a ella y le explicado que lo único que quería era ver el templo. Ella, que era indú, me ha dicho: ¿porqué no vas?. Por el cartel, le he explicado. Entonces se ha echado a reir otra vez y me ha dicho que ese cartel era del tiempo de los romanos, jajaja. 
Después de ver el templo, chiquito pero muy guapo, el caliente asfalto me esperaba. Hoy no había cunetas y la carretera era de un solo carril. Por tanto, me estoy especializando en rodar sobre la línea pintada del borde. Por dos razones. Por que es más suave de rodar y porque es por donde más retirado voy de los ruidosos y peligrosos vehículos, sobre todo cuando son camiones o autobuses. Y hay una cosa que me llama la atención. Unos días bebo y como poco y otros, como hoy, me bebo y como todo lo que encuentro en mi camino. La de líquido que he bebido hoy. Y la de comida que he tomado. No se porqué será, pero es así. Y, claro, luego tengo que estar más horas bajo el sol, por el tiempo que pierdo en tantas cosas que me entretienen.
También he parado a engrasar un poco la cadena. Ya cantaba. La verdad, es que tengo que hacerle una revisión a Rocinante, porque le pasan pequeñas cosas, excepto una, que me está bien empleado por gili. En Alor Star, estuve a punto de cambiar la tija del asiento y me vanaglorié de ahorrarme los dineros, por no hacerlo. Jajaja. Pues ahora me los voy a tener que gastar y además, otro tanto en pomadas para mi pobre culo. Resulta que, por mala calidad, creo, o sabe quien por qué, se afloja la pieza que une tija y asiento. Es decir la que gradúa la inclinación y la distancia al manillar. Por más que la aprieto, se afloja ella solita. Y el asiento, se va levantando de la punta. Es muy poco a poco y, tan despacio, que te vas acostumbrando, hasta que la lesión por el roce es mayúscula y te das cuenta de que la punta mira al cielo, jajaja. Y te bajas, y lo aprietas y parece que perfecto, que ya está solucionado, pero al día siguiente, o al otro, zaca, justo cuando más te estás esforzando, cuando el terreno es más duro, ahí te ataca. 
Nunca he tomado una decisión peor, jajaja. Estoy deseando llegar a Kuala Lumpur, para comprar una de lujo, con motor eléctrico, que pueda graduarla desde el manillar, jajaja.
Y luego, me encontré con una Mezquita, y un cementerio islámico y otro induísta, en el que, por cierto, me clavé un ciento de micro espinas de una planta puñetera, una casa comida por la vegetación, un camión del ejército volando y adelantando a una palmera y otro camión,  de la poli. Cosas bastante vulgares, por cierto. Decidí que ya estaba bien. Y que ya había visto bastante de Malasia. Y en una inspiración, cerré los ojos, aparcado, eso sí, y me deje llevar por la brisa de la tarde, relajé los músculos faciales, y los gastrointestinales, los carpos y metacarpos, la boca y las nasales, hasta que me deshice de mi materia. Me trasladé, entonces, con gran regocijo y algarabía a la India, donde pasé un rato muy agradable, entre tanta alegre gente y color.

Y mañana, 5.000 km largos.


Tapah, donde cené y, al fondo, a la dcha, mi hotel

El chino del desayuno


Bufffff






Cementerio Islámico



Cementerio Indú














La habitación de Kuala Kubu Bahru. Un desastre de hotel, por el mismo precio del día anterior. El interruptor de la luz, lo tenía fuera de la habitación, jajaja

El pestillo del baño